El caso más trágico fue el de Eben Byers, un empresario que consumió más de 1,400 botellas de Radithor, lo que provocó la desintegración de su mandíbula y su muerte en 1932. Este caso fue clave para alertar sobre los riesgos de los productos no regulados y marcó el inicio de mayores controles en la industria farmacéutica.
Radithor fue un tónico radiactivo vendido en los Estados Unidos en las primeras décadas del siglo XX, promovido como una bebida curativa milagrosa. Fue un ejemplo emblemático de los peligros del uso indiscriminado de la radiactividad antes de que se comprendieran completamente sus riesgos. Aquí tienes más detalles:
Creación y Composición
Fabricante: Bailey Radium Laboratories, fundada por William J. A. Bailey.
Composición: Radithor consistía en agua destilada que contenía pequeñas cantidades de los radioisótopos radio-226 y radio-228.
Promesa: Se comercializaba como un tónico energético y revitalizante que mejoraba la salud en general, aumentaba la energía sexual y aliviaba una amplia gama de enfermedades.
Promoción y Popularidad
Se promocionó intensivamente, utilizando la fascinación por la radiactividad como un símbolo de modernidad y progreso.
Los médicos lo recetaban y se vendía sin restricciones, considerado "absolutamente seguro".
Fue especialmente popular entre las élites adineradas, incluidos empresarios y deportistas.
Caso de Eben Byers
El caso más famoso relacionado con Radithor es el de Eben Byers, un rico industrial y deportista estadounidense:
Byers consumió Radithor regularmente desde 1927, creyendo que mejoraba su vitalidad.
Desarrolló enfermedad por radiación, lo que provocó una descomposición masiva de sus huesos, incluida la mandíbula (condición conocida como "mandíbula de radio").
Murió en 1932 tras una dolorosa agonía, y su caso atrajo atención internacional, poniendo de relieve los peligros del uso no regulado de sustancias radiactivas.
Impacto y Regulaciones
La muerte de Byers desencadenó una ola de críticas y marcó el declive de productos radiactivos comerciales.
En 1938, la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) fortaleció su regulación sobre productos médicos, poniendo fin a la venta de tónicos radiactivos.
Radithor se convirtió en un símbolo de las consecuencias de la falta de control científico y regulación en la industria de la salud.
Legado
Radithor es ahora un caso de estudio en la historia de la medicina y la radiación. Representa un punto de inflexión en la percepción pública y científica de los riesgos asociados con las sustancias radiactivas. Su historia se utiliza como advertencia sobre la necesidad de una regulación rigurosa y el análisis crítico de las modas pseudocientíficas.
Fuentes:
"The Radium Water Worked Fine until His Jaw Came Off" (New York Times)
"Radithor and the Era of Radium Cures" (Smithsonian Magazine)
"The Tragedy of Eben Byers" (American Journal of Public Health)
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