Domingo, 29 de julio de 2012
Una columna de humo negro asciende lentamente hacia el cielo en el este de Londres. Una fuerte explosión destruyó las barreras del Támesis y las aguas del río comienzan a inundar la ciudad. Las noticias llegan inconexas, una tras otra. Ahora, una serie de mensajes en Twitter informa de más explosiones y del colapso de un estadio deportivo en un barrio del sur.
Miles de personas intentan evacuar las zonas afectadas, pero las carreteras están bloqueadas. Llegó la hora de poner en acción a los aviones no tripulados.
El profesor Nick Jennings es uno de los principales asesores científicos del gobierno que diseñó este escenario ficticio como parte de un proyecto de investigación. Jennings está convencido de que la clave para controlar un desastre a gran escala radica en la acción coordinada del hombre y la máquina.
El sistema que el investigador está poniendo a prueba y que estará listo el año próximo permitirá desplegar equipos de aviones no tripulados para ayudar a los servicios de emergencia desde el aire, con un mínimo de supervisión humana.
Reacción instantánea
Después de estudiar desastres reales como por ejemplo el terremoto de Haití en 2010, Jennings descubrió que la mejor manera de responder a una situación caótica como ésa es distribuir eficientemente las tareas y los recursos. Y, las personas en el terreno, no están siempre en la mejor posición para tomar estas decisiones de vida o muerte.
"Las personas pueden hacer cosas como completar un mapa en blanco de acuerdo a lo que ven, que es lo que pasó en Haití", señala Jennings.
"Pero queremos añadirle a eso la información que pueden aportar los vehículos autónomos que sobrevuelan el área y que tienen una imagen más completa que la que se tiene desde el terreno. Estos vehículos pueden reconocer dónde se necesitan más rescatistas y a dónde deben dirigirse los recursos".
Mediante el sistema que propone Jennings, los aviones no tripulados se ponen en funcionamiento apenas ocurre la tragedia para monitorear lo que ocurre desde el aire.
Así, los robots pueden enviar información de forma inmediata a los socorristas en tierra y estos a su vez les pueden solicitar los datos que necesitan por medio de dispositivos electrónicos portátiles.
Pueden preguntar, por ejemplo, cuán estable es el techo de un edificio antes de ingresar a buscar víctimas.
"Además podríamos tener robots en el terreno para entrar en zonas demasiado peligrosas para los seres humanos", apunta el investigador.
Jennings y su equipo están tratando también de buscar la manera de integrar al sistema la información que los miembros del público puedan enviar desde sus teléfonos inteligentes.
Tecnología en auge
La investigación en torno a las aplicaciones no militares de la tecnología de los aviones no tripulados está en auge. Existen muchas empresas que están tratando de desarrollar aplicaciones comerciales.
El precio de estos aviones ha caído dramáticamente hasta el punto de que muchos invierten en ellos como un hobby.
Algunas personas los han adaptado para que puedan seguir un recorrido determinado. Así, los usan para sus propias necesidades, como por ejemplo monitorear el estado de la vida silvestre en una zona determinada o la situación en un campo o una granja.
Pero lo interesante del proyecto de Jennings es que sus aviones están diseñados para volar en escuadrones y para modificar sus patrones de vuelo de forma inmediata de acuerdo a la información que reciben desde el terreno, sin necesidad de intervención humana.
Estos equipos de aviones no tripulados para patrullar zonas de desastres han sido puestos a prueba en Sídney, Australia.
Estas naves cuentan con seis aspas rotatorias y tienen menos de un metro de ancho.
Durante las pruebas, las naves vuelan como una unidad que debe cumplir una serie de tareas que se le ordenan desde tierra. Lo que los científicos están de hecho evaluando son los algoritmos matemáticos que controlan el movimiento conjunto de estos aviones.
Si las pruebas resultan exitosas, estos algoritmos dirigirán las naves para que puedan ubicarse en la posición óptima para recabar la información requerida, y distribuir la ayuda de la mejor manera posible.
Estos algoritmos ya han sido probados en programas de computadoras como el Simulador de Rescate RoboCup, que simula catástrofes humanas en las que la gente debe abandonar pueblos y ciudades.
"El próximo paso", dice Jennings, "es simular un desastre en un espacio abierto, con actores que puedan interactuar con los robots".
Esta prueba se llevará a cabo en octubre y el sistema estará operativo en alrededor de 18 meses.
Según Jennings, varias fuerzas policiales han mostrado interés en esta tecnología y el investigador espera que en breve tanto gobiernos como organizaciones no gubernamentales hagan lo propio.
Así que si en el futuro usted tiene la mala suerte de hallarse en medio de una zona afectada por un desastre natural o un atentado terrorista, si ve un robot sobrevolando el área, siéntase aliviado: la ayuda está más cerca de lo que usted pensaba.
"Estos vehículos pueden reconocer dónde se necesitan más rescatistas y a dónde deben dirigirse los recursos"
Nick Jennings, principal asesor científico del gobierno británico