Noruega 🇳🇴 es uno de los países con mayor penetración de energías renovables del mundo: casi toda su electricidad procede de la energía hidráulica. Pero esa abundancia no llega a todas partes por igual. El archipiélago de Svalbard, en pleno Ártico, está aislado de la red continental. Hasta hace poco dependía del carbón, y tras el cierre de su central en 2023 la única alternativa han sido generadores diésel costosos y contaminantes. En este contexto surge la propuesta de instalar allí un pequeño reactor modular (SMR), capaz de garantizar electricidad y calor estables durante décadas.
El proyecto, impulsado por la sueca Blykalla y la noruega Norsk Kjernekraft, plantea construir en Longyearbyen un reactor modular de cuarta generación conocido como SEALER. No sería el primero refrigerado por plomo (Rusia ya construye el BREST-OD-300 en Seversk), pero sí el primero en formato pequeño modular concebido para uso civil en una comunidad aislada.
El SEALER-Arctic está diseñado para proporcionar unos 55 MWe de electricidad y 150 MWt de calor, con un núcleo compacto de apenas cinco metros de lado y una vida útil de 60 años, dividido en dos ciclos de operación con un único reemplazo de núcleo. Utiliza combustible de óxido de uranio con bajo enriquecimiento, refrigerado con plomo líquido que hierve a 1.749 ºC, lo que permite trabajar casi a presión atmosférica y reducir riesgos de fugas. El plomo no reacciona con agua o aire, actúa como blindaje de la radiación y permite evacuar el calor residual por convección sin necesidad de bombas ni suministro de electricidad.
Lo más llamativo es su autonomía. El SEALER está diseñado para operar hasta 25–30 años sin repostar gracias a un proceso de pirometalurgia, una técnica de reciclado avanzada del combustible en ventas fundidas. A diferencia de los métodos químicos tradicionales, este proceso permite separar y reutilizar los materiales fisionables directamente en el propio ciclo, reduciendo la necesidad de recarga externa. Así, un único núcleo puede alimentar el reactor durante décadas. Para una comunidad como Longyearbyen, que depende de barcos que solo llegan en verano, esto significa independencia frente al diésel, suministro seguro y calefacción constante incluso en las noches polares.
Algunas ilustraciones difundidas por la empresa pueden parecer mostrar un reactor flotante, pero el proyecto en Svalbard está previsto en tierra firme. La opción flotante es una línea de desarrollo distinta que Blykalla explora con socios navales para otros usos, especialmente puertos y terminales marítimas.
Si prospera, Svalbard pasará de símbolo de dependencia fósil a escaparate de innovación nuclear, y su modelo podría inspirar a islas, bases polares y comunidades aisladas en todo el mundo donde las variables renovables, por sí solas, no son suficientes.
https://www.world-nuclear-news.org/articles/planes-para-la-planta-smr-en-svalbard-progress


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