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China 🇨🇳 está protagonizando el despliegue nuclear más ambicioso del planeta. Según la China Nuclear Energy Association, el país planea duplicar su capacidad nuclear hasta alcanzar los 200 GW en 2040. Esto significa que, en apenas 15 años, añadirá más de 100 GW mediante la construcción de decenas de reactores, muchos de ellos de diseño propio como el Hualong One, la joya de su industria.
Hoy, China cuenta con unos 93 GW en operación o en construcción, repartidos en 90 reactores. Estados Unidos sigue siendo el líder histórico, con unos 97 GW en 94 unidades, pero la tendencia es clara: antes incluso de 2040, China superará a EE.UU. y se convertirá en el mayor generador nuclear del mundo. Para entender la magnitud, basta un dato: de los 69 reactores en construcción a nivel global, 32 están en suelo chino.
La apuesta responde a dos objetivos estratégicos. Por un lado, reducir las emisiones sin depender únicamente de renovables intermitentes como el sol y el viento, que necesitan respaldo constante. Por otro, reforzar su seguridad energética, en un contexto en el que las importaciones de gas y petróleo son vulnerables a la geopolítica. Con el uranio asegurado mediante acuerdos internacionales, recursos propios y con una cadena de suministro nuclear cada vez más independiente, China se garantiza un suministro eléctrico estable para alimentar a la segunda economía del mundo.
El ritmo es vertiginoso. En los últimos años, Pekín ha logrado reducir los plazos de construcción a menos de seis años en muchos proyectos. A esto se suma el impulso a diseños avanzados, como reactores rápidos refrigerados por sodio o prototipos de reactores modulares pequeños, que podrían abrir nuevas aplicaciones industriales y territoriales.
Si se cumplen las previsiones, la energía nuclear no solo será clave para la neutralidad climática de China en 2060, sino también para consolidar su liderazgo tecnológico y geopolítico en un sector en el que Occidente lleva décadas perdiendo terreno.


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