El rey Eduardo VII, que tenía una silla especial hecha para... Bueno, para su tiempo libre.
Cuando Eduardo VII todavía era un joven príncipe carente de toda responsabilidad en cuanto a la corona, viajaba lejos de la capital británica en busca de ocio y placer. En una de sus visitas a París se acercó a Le Chabanais, uno de los burdeles más conocidos de París. Se ubicaba relativamente cerca del Museo del Louvre.
Eduardo VII tenía asignada su propia habitación cada vez que frecuentaba el burdel. El principal problema del príncipe era su sobrepeso. Para solventar el impedimento físico, el ebanista Louis Soubrier le fabricó lo que él denominaba "la silla del amor".
La silla estaba hecha de tal manera que el futuro rey pudiera actuar sin cansarse demasiado. Asimismo, la forma de la silla sugiere que estaba fabricada para que el hombre pudiera yacer con dos mujeres a la vez.