La taquicardia paroxística supraventricular (TPSV) es la taquiarritmia mantenida más frecuente en la infancia. Se define como aquella taquicardia producida por un mecanismo anormal, que precisa de la participación de estructuras proximales al haz de His para su perpetuación.
Su aspecto electrocardiográfico más frecuente es el de una taquicardia regular de complejo QRS estrecho. La frecuencia cardíaca suele ser mayor de 180-220 latidos por minuto (lpm) en lactantes, y al menos 120-150 lpm en niños mayores. Responde a maniobras vagales y fármacos que enlentecen la conducción por el nódulo auriculoventricular. Clínicamente se toleran bien, pero cuando se prolongan en el tiempo pueden presentar signos de insuficiencia cardíaca congestiva1.
El tratamiento agudo tiene como principal objetivo interrumpir la arritmia, enlentecer la respuesta ventricular y restablecer un adecuado ritmo sinusal. En el paciente estable como primera medida se deben aplicar maniobras vagales, ya que permitirán la finalización de la taquicardia en aquellos casos en los que esté involucrado el nódulo auriculoventricular en su circuito. En escolares y adolescentes esto se consigue principalmente mediante la maniobra de Valsalva, ya que tanto la compresión ocular como el masaje carotídeo están desaconsejados(2). En pacientes pediátricos la efectividad de las maniobras vagales se encuentra entre el 30 y el 60%(3,4).
Una de las formas de aumentar el tono vagal es aumentando el retorno venoso. Se han realizado estudios en adultos utilizando distintas técnicas modificando el Valsalva tradicional para aumentar el tono vagal. En concreto, el estudio realizado por Appelboam et al.(5) ha demostrado de forma estadísticamente significativa una mayor efectividad de las medidas no farmacológicas con la realización de la denominada maniobra de Valsalva modificada, demostrando un éxito 2,5 veces superior en cuanto a recuperación del ritmo sinusal y, con reducción del uso de adenosina en un 28%. En la población pediátrica además se tendría la ventaja de que habitualmente responden mejor a las maniobras vagales (30-60% en niños frente a 17% en adultos).