La imagen muestra un curioso e inusual mobiliario con estructura metálica y tapizado de época, conocido como la "Silla del Amor" del rey Eduardo VII del Reino Unido. Este mueble, que parece una mezcla entre un diván y un artefacto ergonómico de ginecología, fue en realidad un dispositivo sexual diseñado especialmente para satisfacer los gustos del monarca en sus escapadas extramaritales. En la parte superior derecha, aparece un retrato de Eduardo VII con su característico porte regio, mientras que en la parte inferior se muestra otra versión del mismo mueble, en un acabado más ornamentado, decorado en blanco y dorado con detalles florales.
🛋️ La “Silla del Amor” del rey Eduardo VII: historia, técnica y escándalo
Por DrRamonReyesMD
Introducción
Eduardo VII, hijo de la reina Victoria, fue monarca del Reino Unido desde 1901 hasta 1910. Famoso por su hedonismo, excesos y estilo de vida libertino, Eduardo se ganó el apodo de “Dirty Bertie” en los círculos aristocráticos europeos. Sus aventuras amorosas, muchas de ellas extramaritales, eran tema frecuente en la prensa y la alta sociedad. Sin embargo, un objeto en particular ha trascendido en el imaginario colectivo como símbolo de su apetito sexual: la "Silla del Amor", un mueble sexualmente funcional diseñado para permitirle mantener relaciones íntimas con más de una mujer a la vez, sin poner en peligro su integridad ni la de sus compañeras.
Contexto histórico
Durante el reinado de Eduardo VII, los burdeles de lujo en París eran centros de encuentro de la alta sociedad europea. Uno de los más exclusivos era Le Chabanais, fundado en 1878, donde el príncipe de Gales (aún no rey) tenía acceso exclusivo a una suite personal decorada a su gusto y donde mandó a instalar la famosa silla.
A pesar de estar casado con la reina Alejandra, Eduardo era conocido por mantener relaciones con cortesanas, actrices y aristócratas, incluyendo a Lillie Langtry, Alice Keppel (bisabuela de Camilla Parker Bowles), y otras figuras femeninas prominentes.
Diseño y fabricación
La silla fue diseñada por el ebanista parisino Louis Soubrier, experto en mobiliario de lujo. Fue construida hacia finales del siglo XIX, tomando en cuenta:
- Las dimensiones físicas de Eduardo VII, quien medía aproximadamente 1,83 metros y pesaba más de 120 kilos en sus últimos años.
- La necesidad de distribuir su peso corporal para evitar dañar a sus acompañantes durante el acto sexual.
- La ergonomía para prácticas sexuales múltiples, permitiendo distintas posiciones simultáneas.
Características técnicas:
- Estructura metálica reforzada, recubierta con terciopelo, madera dorada y brocado de seda.
- Tres niveles funcionales: una base acolchada donde podían posicionarse una o dos mujeres; una plataforma superior para el rey; y estructuras laterales para apoyo de piernas, pies o brazos.
- Reposapiés y agarres, que ayudaban a mantener estabilidad durante el acto.
- Tapizado con materiales nobles: terciopelo bordado, madera de nogal, detalles en pan de oro.
Función y uso
La silla permitía a Eduardo VII mantener relaciones simultáneas con dos mujeres, sin tener que aplicar su peso sobre ellas. Según crónicas orales y algunas fuentes libertinas parisinas de la época, la postura más frecuente involucraba:
- Una mujer tumbada en la base.
- Otra en posición inclinada en la parte superior.
- El rey en la plataforma media o de apoyo central, alternando posiciones según el acto.
Aunque pueda parecer un invento reciente o una exageración de la prensa rosa, el mueble existe y está preservado en el Musée de l’érotisme de París (cerrado en 2016, pero su colección sigue activa y en parte conservada).
Impacto y legado
Este mobiliario no solo representa una curiosidad de la historia sexual de las monarquías europeas, sino también:
- Una reflexión sobre la doble moral victoriana, donde el rey disfrutaba de lujos sexuales mientras su madre mantenía una imagen de decoro.
- Un ejemplo del diseño funcional aplicado a la sexualidad.
- Un testimonio de la cultura del placer y el erotismo en la Belle Époque parisina.
Actualmente, la silla sigue siendo objeto de estudio histórico, artístico y hasta médico (por su ergonomía), y ha sido replicada en exposiciones sobre arte y sexualidad.
Conclusión
La “Silla del Amor” de Eduardo VII no es simplemente un mueble; es una pieza que combina historia, escándalo, ingeniería de diseño y antropología sexual. En tiempos donde los monarcas solían esconder sus pasiones tras cortinas de terciopelo, Eduardo VII decidió mandar a construir una trinchera tapizada desde la cual pudiera reinar sobre su propio harén. Un trono alternativo para un rey con apetitos no tan discretos.
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El rey que mandó a diseñar un sillón especial para intimar cómodamente. 👑



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