Aunque ya hemos aprendido a valorar las bondades de la alimentación mediterránea, todavía nos cuesta cumplir con ella. Porque es más que una dieta, es un estilo de vida que conjuga principalmente alimentación con actividad física y que nos ayuda a prevenir muchas enfermedades.
Es a raíz de los estudios realizados por el doctor Ancel Keys en la década de los 60 sobre la incidencia de enfermedades cardiovasculares, cuando la comunidad científica se da cuenta de los beneficios de la alimentación mediterránea.
El doctor Ancel Keys, en su estudio de los Siete Países descubre que en las zonas del sur de Europa, en particular los países bañados por el Mediterráneo son los que presentan menor incidencia de estas patologías", explica Manuel Martínez, Técnico Superior del Instituto de la Alimentación Mediterránea.
Pero todavía, en la actualidad, "el principal problema que existe es un error de concepción sobre lo que es y no es la dieta mediterránea provocado, en parte, por la presión mediática", explica. Así pues, "es frecuente que la gente de la costa piense que dieta mediterránea es comer mucho pescado mientras que en las zonas de interior se cree que son más los guisos", matiza este experto.
El concepto de dieta mediterránea
La alimentación mediterránea es aquella en la que abundan los alimentos de origen vegetal, de temporada, productos frescos, poca carne, pescado (no en exceso), de 0 a 4 huevos a la semana, lácteos en cantidad moderada y vino como acompañamiento en cantidades moderadas. Y por supuesto, "el aceite de oliva que es la gran estrella de la alimentación mediterránea", recalca.
"Los ácidos grasos insaturados y los antioxidantes son los dos pilares que convierten a la alimentación mediterránea en una alimentación saludable", afirma este experto. Las grasas insaturadas provienen del aceite de oliva y del pescado y los antioxidantes como la vitamina C, por ejemplo, se obtiene de los cítricos.
No obstante, el concepto de alimentación mediterránea va mucho más allá que únicamente la dieta, es un estilo de vida. Es decir, "se trata de seguir una alimentación equilibrada y variada, hacer ejercicio de forma regular, unas condiciones ambientales determinadas y de una forma pausada (sin estrés) de afrontar el día a día", precisa Manuel Martínez.
Cómo nos puede ayudar a prevenir algunas enfermedades
Existen numerosos estudios sobre los efectos beneficiosos de llevar una alimentación saludable a lo largo de la vida. Obesidad, diabetes... e incluso cáncer, son algunas de las patologías que se pueden prevenir con una alimentación sana, equilibrada y variada.
"Por un lado, una dieta equilibrada y variada reduce el sobrepeso y la obesidad que a su vez pueden desencadenar diabetes tipo 2, hipertensión, dislipemias, enfermedades cardiovasculares, etc.", explica. La obesidad es un desequilibrio energético entre la cantidad de energía que ingerimos a través de los alimentos y la que utilizamos. Por tanto, "para evitarla lo que debemos saber es qué necesidad energética tenemos a diario y no sobrepasarla", añade Martínez.
Respecto a las enfermedades cardiovasculares, "el ácido oleico del aceite de oliva reduce el colesterol LDL (malo) y aumenta el HDL, el colesterol bueno, con lo que a largo plazo esto se traduce en un menor riesgo de desarrollar estas patologías", continúa.
Por otro lado, una dieta rica en frutas, verduras y cereales y baja en grasas saturadas -como lo es la mediterránea- ayuda a prevenir la aparición de determinados tipos de cáncer, sobre todo, los relacionados con el aparato digestivo.
Y, también retrasa el envejecimiento ya que al ser rica en antioxidantes va a hacer que vivamos más y con mejor calidad de vida. En este sentido, "los antioxidantes, lo que hacen es evitar el estrés oxidativo y frenar así el envejecimiento provocado por los radicales libres, tóxicos para nuestro organismo", comenta el especialista.
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