Las verdaderas razones por las que el parto humano es tan doloroso y peligroso
Dilataci贸n del Cuello del 煤tero en labor de parto
Hasta (10 cm) diez cent铆metros de dilataci贸n es el punto que es capaz de adaptarse el cuello uterino para que pueda nacer un beb茅 por parto natural.
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by Dr. Ramon Reyes, MD ∞馃З
- Colin Barras
- BBC Earth
¿Por qu茅 es el parto tan arriesgado para los humanos?
Dar a luz puede ser un proceso largo y doloroso. Tambi茅n puede ser mortal. La Organizaci贸n Mundial de la Salud estima que cerca de 830 mujeres mueren cada d铆a por complicaciones durante el embarazo y el nacimiento, y este dato es un 44% menor que en 1990.
"Los datos son espeluznantes", asegura Jonathan Wells, quien estudia nutrici贸n infantil en la University College de Londres, en Reino Unido.
"Es extremadamente raro en las madres mam铆feros el pagar un precio tan alto por tener prole".
¿Por qu茅 es el parto tan arriesgado para los humanos? ¿Se puede hacer algo para reducir a煤n m谩s esas tasas de mortalidad?
Los cient铆ficos empezaron a pensar sobre el problema del parto humano a mediados del siglo XX. Pronto se les ocurri贸 una idea que parec铆a explicar lo que pasaba. El problema empez贸, dijeron entonces, con los miembros m谩s antiguos de nuestra l铆nea evolutiva, los hom铆nidos.
Los f贸siles de hom铆nidos m谩s antiguos encontrados hasta ahora son de hace siete millones de a帽os.
Pertenecen a animales que compart铆an poco con nosotros, excepto quiz谩s una caracter铆stica: algunos investigadores piensan que, incluso en esta fase temprana, los hom铆nidos caminaban derecho sobre dos piernas.
Para andar de forma eficiente sobre dos piernas, el esqueleto de los hom铆nidos ten铆a que ser empujado y tirado hacia una nueva configuraci贸n, y esto afect贸 a la pelvis.
La mayor parte de los hom铆nidos caminaban de pie.
En la mayor铆a de los primates, el canal del parto en la pelvis es relativamente recto. En los hom铆nidos empez贸 pronto a tener un aspecto muy distinto.
Las caderas se hicieron relativamente estrechas y el canal del parto se distorsion贸, un cilindro que variaba en tama帽o y forma en sus distintas partes.
As铆 que desde un punto temprano de nuestra prehistoria, los beb茅s hom铆nidos tuvieron quiz谩s que retorcerse y dar vueltas para pasar a trav茅s del canal. Esto hubiera hecho el parto una tarea mucho m谩s dif铆cil que antes.
El problema de los cerebros grandes
Luego, las cosas se complicaron a煤n m谩s.
Hace dos millones de a帽os, nuestros antepasados hom铆nidos empezaron a cambiar de nuevo.
Perdieron sus caracter铆sticas m谩s propias de los simios, como un cuerpo relativamente corto, unos brazos largos y un cerebro peque帽o. Y en su lugar empezaron a tener caracter铆sticas m谩s humanas, como unos cuerpos m谩s largos, unos brazos m谩s cortos y unos cerebros m谩s grandes.
Este 煤ltimo trazo en particular fue una mala noticia para las hembras de hom铆nido.
Los beb茅s nacen siendo vulnerables.
Los adultos con cerebro grande empiezan la vida como beb茅s con cerebro grande, as铆 que la evoluci贸n entr贸 en conflicto consigo misma.
Por un lado, las hembras de hom铆nido ten铆an que mantener una pelvis estrecha con un canal del parto restringido para poder andar eficientemente y sobre dos piernas.
Pero al mismo tiempo los fetos estaban evolucionando para tener cabezas m谩s grandes, que cada vez se amoldaban peor a esas pelvis m谩s estrechas.
El nacimiento se convirti贸 en algo penosamente doloroso y potencialmente letal, y sigue si茅ndolo hoy en d铆a.
En 1960, un antrop贸logo llamado Sherwood Washburn le dio nombre a esta idea: el dilema obst茅trico.
Los cient铆ficos pensaban que esto explicaba el problema de los partos humanos de forma perfecta y muchos de ellos todav铆a lo piensan.
¿Otros factores?
Pero a algunos, entre ellos Wells, ya no les satisface esta explicaci贸n. En los 煤ltimos cinco a帽os, Wells y otros investigadores han empezado a cuestionar la cl谩sica historia del dilema obst茅trico.
Creen que la idea de Washburn es demasiado simplista y que hay una serie de otros factores que tambi茅n contribuyen al problema del parto.
Holly Dunsworth de la Universidad de Rhode Island, en Kingston, EE.UU., empez贸 a interesarse por el dilema cuando todav铆a estaba estudiando.
"¡Pens茅 que era tan apasionante!, iba a encontrar evidencia que apoyara el dilema obst茅trico", dice.
Los embarazos humanos duran 37 d铆as m谩s de lo que lo har铆an para un simio de nuestro tama帽o.
"Pero pronto todo se derrumb贸".
"Cuando Washburn escribi贸 el art铆culo, lo que estaba diciendo es que el dilema obst茅trico se solucionaba dando a luz a en una fase relativamente temprana de desarrollo", dice Wells.
La explicaci贸n parece l贸gica. Cualquiera que haya tomado en brazos a un reci茅n nacido puede apreciar lo subdesarrollados y vulnerables que son.
La visi贸n est谩ndar es que otros primates aguantan m谩s sus embarazos y dan a luz a beb茅s m谩s avanzados en su desarrollo.
Pero, seg煤n Dunsworth, esto simplemente no es cierto.
"Tenemos beb茅s m谩s grandes y embarazos m谩s duraderos de lo que se esperar铆a", dice ella.
Los embarazos humanos duran 37 d铆as m谩s de lo que lo har铆an para un simio de nuestro tama帽o.
Y lo mismo es aplicable al tama帽o cerebral.
¿Qu茅 efecto ha tenido el que caminemos sobre dos piernas?
Y hay otros problemas con las asunciones de Washburn, como la de que el tama帽o y forma de la pelvis humana, y sobre todo el de la mujer, est谩n muy restringidos por nuestro h谩bito de andar sobre dos piernas.
Variaciones entre mujeres
En 2015, Anna Warrener de la Universidad de Harvard, y sus colegas cuestionaron esta asunci贸n.
Coleccionaron datos metab贸licos de hombres y mujeres voluntarios y vieron que los que ten铆an caderas m谩s anchas no eran menos eficientes caminando y corriendo que el resto, por lo que no parece haber nada que impida que los humanos evolucionen para tener caderas m谩s anchas y hacer m谩s f谩cil el parto.
"La premisa b谩sica del dilema obst茅trico, que tener una pelvis peque帽a o estrecha es mejor para la eficiencia biomec谩nica, es probablemente incorrecta" dice Helen Kurki, de la Universidad de Victoria en British Columbia, Canad谩.
Si la pelvis femenina est谩 gobernada por dos fuerzas opuestas, la necesidad de ser m谩s estrecha para caminar y de ser m谩s amplia para parir, entonces el tama帽o del canal de parto deber铆a variar poco entre mujeres.
Pero tras analizar cientos de esqueletos humanos, Kurki report贸 en 2015 que el canal de parto es extraordinariamente variable en forma y tama帽o.
Las 煤ltimas etapas del embarazo son muy cansadas.
Dunsworth cree que ha identificado una pieza importante que falta en el puzle: la energ铆a.
"Alcanzamos el tope de nuestra capacidad hacia el final del embarazo", dice Dunsworth, quien tambi茅n es madre.
"Esas 煤ltimas semanas y meses del embarazo son cansados. Est谩n empujando contra las tasas metab贸licas sostenibles en humanos. En alg煤n momento eso tiene que terminar".
Los cerebros humanos tienen un apetito casi insaciable por la energ铆a. Hacer crecer un segundo cerebro diminuto dentro de la barriga puede poner a una mujer embarazada al l铆mite en t茅rminos metab贸licos.
Dunsworth llama a esta idea la hip贸tesis sobre la energ铆a de la gestaci贸n y el crecimiento (EGG, por sus siglas en ingl茅s).
Lo que sugiere es que los tiempos del parto est谩n gobernados por las dificultades de seguir nutriendo un feto en desarrollo m谩s all谩 de las 39 semanas, y no por las dificultades de hacer pasar el beb茅 a trav茅s del canal del parto.
Dunsworth cree que la evoluci贸n hubiera podido, en principio, hacer la pelvis m谩s grande, pero no ha tenido que hacerlo.
Kurki comparte esta visi贸n. "El canal obst茅trico es lo suficientemente grande, la mayor parte de las veces, para que pase el feto", dice.
Esto es cierto, pero aun as铆, miremos las cifras de mortalidad infantil: 830 muertes al d铆a.
Miles de mujeres en el mundo mueren cada a帽o en el parto.
E incluso en las mujeres que no mueren durante el parto, algunos estudios dicen que el proceso les provoca da帽os no letales pero que les cambian la vida en hasta un 40% de los casos.
El precio que pagan las mujeres por el parto parece extremadamente alto.
Wells est谩 de acuerdo. "Es imposible imaginar que el problema haya sido as铆 de grave en el largo plazo".
Pero quiz谩s no ha sido as铆.
¿Siempre ha sido as铆?
Wells y sus colegas sospechan que el parto puede haber sido incluso un problema relativamente menor en nuestra especie, al menos al comienzo.
Hay muy pocos esqueletos de reci茅n nacidos entre los restos humanos de los primeros grupos de cazadores-recolectores, lo cual puede indicar que las tasas de mortalidad entre los reci茅n nacidos eran relativamente bajas.
La situaci贸n cambi贸 hace unos milenios, cuando se empez贸 con la agricultora y los esqueletos de reci茅n nacidos se hicieron m谩s comunes en los registros arqueol贸gicos, al menos en algunos lugares.
Uno de los factores pudo ser que estos primeros agricultores empezaron a vivir en asentamientos relativamente densos, de forma que las enfermedades transmisibles se convirtieron en un problema mucho mayor.
Pero Wells y sus colegas sospechan que la transici贸n hacia la agricultura tambi茅n provoc贸 cambios en el desarrollo que hicieron mucho m谩s dif铆cil el parto.
Para el Homo erectus es probable que el parto fuera m谩s f谩cil que para nosotros.
El aumento de la mortalidad infantil en el principio de la agricultura puede deberse en parte a un aumento del riesgo de muerte durante el parto.
Los agricultores eran m谩s bajitos, probablemente porque sus dietas ricas en carbohidratos no eran particularmente nutritivas en comparaci贸n con la dieta rica en prote铆nas de los cazadores recolectores.
Esto es importante, dice Wells, porque hay evidencia de un v铆nculo entre la altura de una mujer y el tama帽o y forma de su pelvis. En general, cuanto m谩s baja sea la mujer, m谩s estrechas son sus caderas.
En otras palabras, el cambio hacia la agricultura casi con certeza hizo el parto un poco m谩s dif铆cil.
Adem谩s de esto, las dietas ricas en carbohidratos que se hicieron m谩s comunes pueden causar que un feto en desarrollo se haga m谩s largo y gordo y esto hace que sea m谩s dif铆cil alumbrar al beb茅.
La agricultura cambi贸 nuestros cuerpos una vez m谩s.
Si se combinan estos dos factores el parto humano, que pudo haber sido relativamente f谩cil durante millones de a帽os, de pronto se hizo m谩s dif铆cil hace unos 10.000 a帽os.
"Podemos hacer una predicci贸n sencilla de que el estado nutricional de las madres tendr铆a que estar asociado con una prevalencia local de mortalidad materna y dificultades en el parto", asegura Wells.
Las estad铆sticas claramente siguen este patr贸n, lo que sugiere que mejorar la nutrici贸n podr铆a ser una forma relativamente f谩cil de reducir la mortalidad infantil.
Seguir buscando...
As铆 que las mujeres embarazadas se han adaptado para nutrir a sus fetos durante el mayor tiempo que puedan antes de que sean demasiado grandes para alimentarse internamente.
La pelvis femenina se ha adaptado para tener el tama帽o adecuado para permitir a este feto nutrido al m谩ximo que salga con seguridad.
Y los cambios de dieta en los 煤ltimos milenios han distorsionado este equilibrio, haciendo que el parto sea arriesgado, especialmente para las madres que tienen una mala dieta.
La pelvis podr铆a haber evolucionado para beb茅s m谩s grandes, pero no lo ha hecho.
Aunque Dunsworth cree que este no es el fin de la historia.
"¿Qu茅 pasa si esta perspectiva es demasiado buena para ser verdad? Hay que seguir buscando y recogiendo evidencia".
Y esto es lo que est谩n haciendo otros investigadores, como Barbara Fischer, del Instituto Konrad Lorenz de la Evoluci贸n e Investigaci贸n Cognitiva, en Austria, y Philipp Mitteroecker de la Universidad de Viena.
A ellos les parece que la hip贸tesis de Dunsworth podr铆a ser complementaria a las ideas de Washburn, en lugar de refutarlas completamente.
Fisher y Mitteroecker investigaron si hay una correlaci贸n entre el tama帽o de la cabeza de la mujer y el tama帽o de la pelvis.
El tama帽o de la cabeza es hereditario, al menos hasta cierto punto, as铆 que las mujeres se beneficiar铆an durante el parto si aquellas con la cabeza m谩s grande tambi茅n tuvieran pelvis m谩s anchas.
El an谩lisis que hicieron los investigadores de 99 esqueletos sugiri贸 que ese v铆nculo de hecho existe.
Concluyeron que el tama帽o de la cabeza de una mujer y sus dimensiones p茅lvicas tienen que estar de alguna forma vinculados a nivel gen茅tico.
"Esto no significa que el (problema del parto) se haya resulto", dice Fischer. Pero el problema ser铆a todav铆a peor si no hubiera un v铆nculo entre el tama帽o de la cabeza y la anchura de la pelvis.
Y hay otra complicaci贸n: los cuerpos de las mujeres cambian a medida que se hacen mayores.
Un estudio de mayo de 2016 dirigido por Marcia Ponce de Le贸n y Christoff Zollikofer de la Universidad de Zurich, en Suiza, examin贸 datos p茅lvicos de 275 personas, hombres y mujeres, de todas las edades.
Los investigadores concluyeron que la pelvis cambia de dimensiones durante la vida de la mujer.
El tama帽o de las cabezas de las mujeres est谩 relacionado con el de la pelvis.
Sus datos sugirieron que la pelvis de una mujer adopta una forma m谩s conducente al parto a finales de la adolescencia, cuando alcanza su pico de fertilidad.
Se mantiene as铆 hasta los 40, aproximadamente, desde cuando entonces cambia gradualmente de forma y se hace menos conveniente para el parto, prepar谩ndose para la menopausia.
Los cient铆ficos sugieren que estos cambios hacen el parto un poco m谩s sencillo de lo que ser铆a de otra manera. Llaman a esta idea el "dilema de desarrollo obst茅trico".
"Esta hip贸tesis proporciona una explicaci贸n, basada en el desarrollo, para la variaci贸n en las dimensiones obst茅tricas de la pelvis", dice Ponce de Le贸n.
¿Qu茅 pasa con las ces谩reas?
Pero si todas estas presiones evolutivas act煤an sobre el parto, ¿est谩 este proceso todav铆a cambiando y evolucionando incluso ahora?
En diciembre de 2016, Fischer y Mitteroecker llegaron a los titulares con un art铆culo te贸rico que trataba esta cuesti贸n.
Estudios anteriores hab铆an sugerido que los beb茅s m谩s grandes tienen m谩s probabilidades de sobrevivir y que el tama帽o al nacer es al menos en parte heredable.
Juntos, estos factores pueden llevar al feto humano de tama帽o medio a empujar contra el l铆mite de tama帽o impuesto por la pelvis femenina, aunque pueda ser mortal empujar demasiado en este sentido.
¿C贸mo est谩n las ces谩reas afectando a todo esto?
Pero hoy en d铆a muchos beb茅s nacen por ces谩rea, una operaci贸n en la que el beb茅 es extra铆do del abdomen sin ni siquiera entrar en el canal del parto.
Fischer y Mitteroecker sugirieron que, en sociedades en las que las ces谩reas se han hecho m谩s comunes, los fetos ahora pueden ser "demasiado grandes" y todav铆a tener una razonable probabilidad de sobrevivir.
En teor铆a, como consecuencia, el n煤mero de mujeres que dan a luz a beb茅s que son demasiado grandes para pasar por la pelvis podr铆a haber aumentado un 10% o un 20% en solo unas d茅cadas, al menos en algunas partes del mundo.
O, para ponerlo en t茅rminos m谩s crudos, la gente en estas sociedades puede estar evolucionando a tener beb茅s m谩s grandes.
De momento, es solo una idea y no hay evidencia contundente de que esto est茅 realmente pasando, pero es un pensamiento intrigante.
"Todos nosotros llegamos al mundo o bien a trav茅s de la pelvis, o no", dice Wells. "Si lo hicimos, la pelvis import贸. Si no lo hicimos, esto en s铆 mismo es interesante".
Desde que el parto evolucion贸, los beb茅s han estado limitados hasta cierto punto por el tama帽o del canal del parto. Pero quiz谩s, para algunos beb茅s al menos, esto ya no es verdad.
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https://emssolutionsint.blogspot.com/2014/01/manual-de-atencion-al-parto-en-el.html
Los cient铆ficos ya estudiaban el problema del parto humano a mediados del siglo XX y su inusual riesgo a comparaci贸n de otros mam铆feros. Pronto se les ocurri贸 una idea que parec铆a explicar lo que pasaba. El problema empez贸, dijeron entonces, con los miembros m谩s cercanos de nuestra l铆nea evolutiva, los hom铆nidos.
Hace unos dos millones de a帽os, nuestros antepasados empezaron a cambiar.
Perdieron sus caracter铆sticas m谩s propias de los simios, como un cuerpo relativamente corto, unos brazos largos y un cerebro peque帽o. Y en su lugar empezaron a tener caracter铆sticas m谩s humanas, como unos cuerpos m谩s largos, unos brazos m谩s cortos y unos cerebros m谩s grandes.
Este 煤ltimo trazo en particular fue una mala noticia para las hembras de hom铆nido. Los adultos con cerebro grande empiezan la vida como beb茅s con una cabeza de mayor tama帽o, as铆 que la anatom铆a humana entr贸 en conflicto consigo misma.
Por un lado, las hembras de hom铆nido ten铆an que mantener una pelvis estrecha con un canal del parto restringido para poder caminar eficientemente sobre dos piernas. Pero al mismo tiempo los fetos estaban evolucionando para tener cabezas m谩s grandes, que cada vez se amoldaban peor a esas pelvis m谩s estrechas.
El nacimiento se convirti贸 en algo penosamente doloroso y potencialmente letal, y sigue si茅ndolo hoy en d铆a. Pero gracias a la ciencia, la esperanza de vida de las mujeres que dan a luz ha aumentado notablemente. Sin embargo, la evoluci贸n sigue su curso, y parece que cada vez ser谩 m谩s peligroso tener un parto sin intervenci贸n m茅dica.
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