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Manejo inicial de la fractura de pelvis: consenso británico |
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Las fracturas de pélvis graves se asocian a una alta mortalidad. La hemorragia es el principal factor contribuyente a esas muertes, por lo que sería beneficiosos si el manejo prehospitalario pudiera contribuir a minimizar esas hemorragias.
En las hemorragias externas de extremidades se ha logrado reducir la mortalidad utilizando torniquetes. Sin embargo, la hemorragia por fractura de pelvis es difícil de diagnosticar y el tratamiento inicial es difícil de evaluar. La mortalidad por fractura de pélvis no ha logrado reducirse a pesar de los avances médicos.
Los dispositivos de fijación pélvica son una alternativa simple a la fijación quirurgica y pueden ser utilizados en el ambiente prehospitalario. Los miembros de la Facultad de Cuidados Prehospitalarios del Colegio Real de Cirujanos de Edinburgo realizaron una revisión de la literatura para establecer recomendaciones sobre el manejo prehospitalario de la fractura de pélvis.
Recomendaciones
- Si existe sospecha de lesión pélvica, se debe instalar precozmente un dispositivo de fijación. La sospecha se establece principalmente por el mecanismo del trauma compatible con fractura de pelvis, además de inestabilidad hemodinámica de causa no clara. El dispositivo permite la formación de un coágulo y debe ser aplicado precozmente (antes que los dispositivos de inmovilización).
- El diagnóstico prehospitalario de la fractura de pelvis es difícil. Las maniobras de movilización manual de la pélvis tienen una baja sensibilidad (59%) y especificidad (71%), además de que pueden producir más hemorragia. Por lo tanto, la movilización manual de la pélvis ya no está recomendada. La fractura pélvica significativa podría descartarse si la pelvis está estable al examen, hay estabilidad hemodinámica y no hay compromiso de conciencia ni lesiones distractoras; estos pacientes no necesitan inmovilización pélvica.
- No se puede recomendar un dispositivo de fijación pélvica en específico. Debe ser fácil de instalar y no producir más daño. Los dispositivos con mayor evidencia son el “SAM pelvic sling” y el “T-POD”.
- Se debe realizar entrenamiento adecuado para evitar problemas de instalación. Existe evidencia que la instalación incorrecta no reduce correctamente la fractura. Estos errores se atribuyen principalmente a errores de instalación y no a fallas de diseño.
- Las fracturas femorales asociadas también deben ser reducidas. Esta asociación es común y no hay evidencia que los fijadores de pelvis sean dañinos cuando existe fractura de fémur asociada. Si hay fractura de fémur se debe utilizar un dispositivo de tracción que no presione el anillo pélvico, porque puede aumentar la hemorragia.
- El paciente no debe ser lateralizado para cambiarlo de inmovilización ni transportado en una tabla espinal rígida. Está documentado que lateralizar al paciente con fractura de pélvis puede producir más hemorragia, por lo que la movilización debe ser cuidadosa. Se debe utilizar una tabla tipo scoop.
- El uso de fijadores de pelvis tiene riesgo de necrosis de la piel. Existen algunos reportes con esta complicación, por lo que se deben tomar las precauciones necesarias.
- El fijador pélvico se debe instalar en contacto con la piel. La mayoría de los estudios sobre la presión que deben ejercer los dispositivos se realizaron en pacientes sin ropa. No se sabe si la utilización sobre la ropa logra una correcta estabilización de la pelvis.
- El fijador de pelvis debería instalarse antes de la extricación. No hay evidencia que permita realizar una recomendación al respecto, pero resulta lógico pensar que la instalación temprana (si es posible) reduce el movimiento de fracturas inestables que eviten la formación de un coágulo efectivo.
Comentarios
Existen pocas guías basadas en la evidencia sobre este tema y por lo tanto se trata de un documento muy valioso. Se trata de un documento pensado para el ambiente prehospitalario, pero es también aplicable a cualquiera que realice el manejo inicial del paciente crítico (postas rurales, servicios de urgencia periféricos, etc.).
El principal llamado de atención de este documento es a plantearse el diagnóstico de fractura de pélvis en caso de mecanismo compatible e inestabilidad hemodinámica sin causa clara, aplicando el dispositivo de fijación precozmente. No deberíamos utilizar las maniobras manuales “clásicas” para evaluar la pelvis ni utilizar los dispositivos de fijación directamente sobre la piel.
Fuente
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Manejo inicial de la fractura de pelvis: consenso británico |
Pelvis: así nos diferenciamos desde los huesos, una diseñada para dar vida, otra para sostenerla.
Lo que estás viendo no es solo un par de huesos: es un testimonio de cómo la anatomía se adapta con precisión a las necesidades de la vida.
🔹 A la derecha, una pelvis femenina: más ancha, ligera y redondeada. Su arquitectura está diseñada para un propósito vital: permitir el paso de una nueva vida. La abertura pélvica es más amplia, el ángulo subpúbico mayor y el sacro más corto y curvo, lo que facilita el parto y protege a la madre y al bebé durante el proceso.
🔹 A la izquierda, una pelvis masculina: más alta, estrecha y robusta. Su diseño biomecánico favorece la fuerza y estabilidad del cuerpo, con una entrada pélvica en forma de corazón, un ángulo púbico más cerrado y un sacro largo y recto que soporta mejor la carga axial.
Ambas estructuras son maravillas de la evolución. No existe superioridad, sino adaptación.
Cada una cumple su rol con una precisión que nos recuerda cuán profundamente conectados están la forma y la función en nuestro cuerpo.
🔬 Observar estas diferencias no es solo un ejercicio anatómico. Es un homenaje a la diversidad del cuerpo humano, a la belleza de lo funcional y al poder de la biología para crear con propósito.
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