🪿 LOS GANSOS QUE SALVARON ROMA 🪿
La leyenda de los gansos del Capitolio forma parte de la historia romana.
La tradición dice que todo ocurrió alrededor del año 390 a. C. En aquella época, la colina del Capitolio estaba ocupada por un templo dedicado a la diosa Juno, que albergaba un grupo de gansos. Éstos eran animales sagrados para la diosa y por ello se los consideraba intocables.
Trás derrotar al ejército romano y ocupar la ciudad, los galos del líder Brenno, sometieron Roma a un minucioso saqueo. Solo un grupo de defensores se atrincheró en la colina del Capitolio. Su única esperanza era el general romano Marco Furio Camilo, quien, estaba exiliado en Ardea debido a su postura política.
Pero una noche, el conflicto llegó a un punto de inflexión.
Los galos habían notado un lugar en el que el ascenso a la colina era más que factible. En una noche de luna, después de haber enviado primero a un hombre desarmado para que probara el camino. Un fuerte grupo de guerreros, apoyándose alternativamente unos en otros, y levantándose unos a otros, según lo requería el terreno, llegaron a la cima en silencio. No sólo habían pasado desapercibidos para los centinelas, sino que ni siquiera los perros, sensibles a los ruidos nocturnos, se habían alarmado.
Cuenta la leyenda que los gansos, los únicos animales de corral que sobrevivieron al hambre de los sitiados porque estaban consagrados a Juno, empezaron a graznar ruidosamente. Con ello advirtieron del peligro al ex cónsul Marco Manlio y a los romanos asediados, que repelieron al enemigo, justo cuando el primer galo alcanzaba la cima. Manlio lo golpeó tan fuerte con su escudo, que cayó al abismo arrastrando a varios compañeros. Sorprendidos, los otros galos dejaron las armas para aferrarse a la roca, de modo que los romanos dieron cuenta de ellos sin dificultad. “Los enemigos -dice Tito Livio- caían en el abismo como un alud”. Los centinelas que se habían dormido durante la guardia, corrieron la misma suerte.
Por su acción heroica, Marco Manlio fue nombrado más tarde Capitolino.
Como resultado, los sitiadores intentaron un compromiso: a cambio de un tributo equivalente a mil libras de oro para levantar el asedio, pero esa ya es otra historia...
JAZ
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