“Indio guagua o maguaré, habita las riberas del Yapurá (Caquetá), son antropófagos y cuelgan del pecho los corazones de los que matan en la campaña: salan la carne humana para comersela y alimentarse: son errantes pero en ciertas ocasiones vuelven a su patrio nido. Según el Padre Girbal son los hombres más ligeros que conoce el mundo y debe de contribuir lo ceñido a su cintura tan delgada que no es creíble. Es muy temida esta nación por cruel en el ejercicio de cazar hombres.”
Entre las actuales Ecuador, Colombia y Brasil
Bauzá, Haenke o posiblemente otro dibujante pintaron las láminas en Lima a partir de las imágenes de un manuscrito celosamente custodiadas por el religioso franciscano Girbal y Barceló. El científico prusiano Alexander von Humboldt en su Vues des
Cordillères et Monuments des Peuples Indigènes de l'Amérique (París 1810) hizo referencia a este descubrimiento del sacerdote franciscano en su peregrinación de 1790:
“El padre Narciso Girbal, religioso franciscano, reputado por su valor y por su espíritu de investigación, encontró entre los indios independientes Panos, en las riveras del Ucayale, un poco al norte de la desembocadura del río Sarayacu, unos cuadernos de pinturas que, por su forma externa, se parecen mucho a nuestros libros in quarto: cada hoja tenía tres decimetros de largo por dos de ancho, la cubierta de estos cuadernos estaba formada por varias hojas de palmera pegadas juntas, y por un tejido vegetal muy grueso, con otras tantas hojas de tela de algodón atadas mediante hilos de pita. Cuando el padre Girbal llegó a tierras de los panos, encontró a un anciano sentado al pie de una palmera, y rodeado de varios jóvenes a los que explicaba el contenido de estos libros. Los salvajes no quisieron en principio tolerar que un hombre blanco se aproximara al anciano. Le hicieron saber al misionero, por intermedio de indios de Manoa, los únicos que comprendían la lengua de los panos, que esas pinturas «contenían cosas ocultas que ningún extranjero debía conocer». Sólo con mucha dificultad, el padre Girbal logró hacerse con uno de aquellos cuadernos, que él envió a Lima para que lo viera el padre Cisneros, un sabio que era redactor de un diario que ha sido traducido en Europa. Varias personas que conozco han tenido en sus manos este libro del Ucayale, con todas sus páginas cubiertas de pintura. En ellas se distinguen figuras de hombres y de animales, y un gran número de caracteres aislados dispuestos en líneas, con un orden y una simetría admirables y que se creyó que eran jeroglíficos.”
Les sorprendió sobre todo la vivacidad de los colores
La afirmación de que la fuente iconográfica nativa en poder de Girbal y Barceló contenía figuras de hombres y animales resulta clave para afirmar que el perdido libro de los panos del Ucayali pudo ser una posible fuente en la que se inspiró el pintor que las reprodujo, seguramente bajo la dirección del botánico
Pineda. El proceso de copiado pudo hacerse en 1791, cuando Girbal y Barceló, al año siguiente de hacer su peregrinación por el Ucayali y Pachitea,° viajó a Lima y comunicó su hallazgo tanto a la Sociedad de Amantes del País como a los miembros de la expedición Malaspina. ' En la relación de gobierno del virrey Gil de Taboada se detalla que, por orden de esta autoridad, el referido sacerdote preparó un informe sobre su peregrinación que concluyó el 7 de agosto de 1791 y fue depositado en el archivo de la Secretaría de Cámara.
Si los doce dibujos conservados en el Museo de América se produjeron en este contexto, la visualización de las etnias amazónicas del Perú central se hizo a partir de una copia de dos fuentes originales: por un lado, las acuarelas del dibujante Cartagena al servicio de Francisco de Requena y, por otro, las contenidas en el libro de los panos del Ucayali propiedad de Girbal y Barceló. El valor de esta producción pictórica es indudable. Una peculiaridad de estas imágenes fueron los breves textos descriptivos atribuidos al botánico Antonio Pineda (Ga-lera Gómez, 1988). Estos se plasmaron concretamente en cinco acuarelas presentadas en forma de díptico, las cuales constituyen un claro ejemplo de cómo «los ojos de los agentes de la monarquía» adquirieron una primigenia opinión sobre las etnias de la montaña real peruana.
Texto: LAS EXPEDICIONES CIENTÍFICAS Y LA VISUALIZACIÓN IMPERIAL DE LA AMAZONÍA PERUANA, 1778-17991
Víctor Peralta Ruiz*
Consejo Superior de Investigaciones Científicas, España
Imagen: Museo de America
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