Isabel Sola, investigadora del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC, responde a las preguntas más frecuentes
LEYRE FLAMARIQUE
MADRID 18/01/2021
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¿Por qué es más fácil aceptar las teorías de conspiración que las científicas?
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La aparición de las vacunas contra la covid marca el inicio del fin de la pandemia. Sin embargo, los nuevos sueros levantan ciertas reticencias entre una parte de la población. Para despejar algunas de las dudas que llevan a no querer ponerse la inyección, La Vanguardia ha consultado a Isabel Sola, investigadora del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC. La científica trabaja en la actualidad en el desarrollo de una vacuna candidata y cuenta con más de dos décadas de experiencia en la investigación en coronavirus.
¿Se han desarrollado demasiado rápido?
Que se haya hecho rápido no quiere decir que esté mal. El desarrollo de las candidatas se ha llevado a cabo respetando las fases fijadas. Pero la tecnología actual no es la misma que la que se disponía hace años, lo que ha permitido acortar los tiempos y dar con inyecciones seguras y eficaces en meses. A ello se ha sumado la enorme inversión económica y el esfuerzo conjunto de la comunidad científica, que no ha empezado de cero. Las agencias reguladoras han ejercido también un papel clave al revisar los datos de los ensayos prácticamente en tiempo real y así dar el visto bueno cuanto antes.
¿Presentan efectos secundarios peligrosos?
Tanto la candidata de Moderna como la de Pfizer fueron administradas a decenas de miles de personas antes de su aprobación. Los resultados han mostrado la aparición de pocos casos de efectos adversos. Es cierto que un ensayo clínico, a pesar de ser muy amplio, no cuenta con millones de personas. Ahora entramos en la fase cuatro de distribución masiva, en la que pueden aparecer efectos adversos muy poco frecuentes. Se trata de establecer un balance entre el riesgo y el beneficio de su uso, apunta la investigadora tal y como recogen las agencias reguladoras. Por tanto, las vacunas no están exentas de riesgo, pero su riesgo potenciales mucho menor que el beneficio que pueden otorgar.
La tecnología actual ha permitido acortar los tiempos y dar con inyecciones seguras y eficaces en meses
¿Ha muerto gente durante los ensayos?
Ha habido fallecidos en algunos de los ensayos clínicos, pero nadie se ha muerto por inocularse el suero. En el caso de la candidata de Pfizer, fallecieron seis personas. Cuatro de ellas pertenecían al grupo placebo, es decir, no recibieron la vacuna. Las dos restantes murieron por causas ajenas a la inyección. Un ensayo clínico de 20.000 personas iguala a los habitantes de una ciudad pequeña. Y, como sucede en una población normal, a lo largo de los tres meses que dura el ensayo puede haber personas que mueran. El papel de las agencias reguladoras es, precisamente, revisar si los fallecimientos están o no relacionados con la vacuna .
¿También necesito vacunarme aunque sea joven o haya pasado la infección?
Nadie está exento al 100% de sufrir una infección grave, pues también hay casos mortales en personas jóvenes y sin patologías previas. A ello se suma que las vacunas tienen dos componentes, el individual y el colectivo. Sirven para protegerse a uno mismo y a la comunidad. Inmunizar a la población solo puede ser posible, por tanto, si se inmunizan los individuos. Por otra parte, la infrecuencia de reinfecciones por coronavirus sugiere una inmunidad protectora de al menos unos meses. En una situación de tener un número limitado de vacunas, los que ya han tenido la enfermedad podrían ser los últimos en el orden de prioridades. Sin embargo, no hay certeza de que estén completamente protegidos para siempre.
¿Pueden modificar nuestro ADN?
No, las vacunas no pueden modificar nuestro ADN. Tanto la candidata de Moderna como la de Pfizer son vacunas basadas en ARN mensajero, una tecnología nueva no empleada hasta ahora. Esta molécula contiene la información necesaria para que, una vez introducida en el cuerpo de la persona, produzca la proteína de la espina del coronavirus o proteína S. Al detectarla, el organismo genera una respuesta inmune que será la que proteja a la persona de una futura infección. Pero el ARN no es capaz de entrar en nuestro código genético y alterarlo. Además, es una molécula que se degrada muy rápido y no permanece mucho tiempo en nuestro organismo. De ahí que haya que guardar las dosis a temperaturas tan bajas.
Nadie ha muerto durante los ensayos clínicos realizados por el hecho de inyectarse el suero
¿Pueden seguir contagiando las personas que reciban la vacuna?
Este argumento es cierto en el sentido de la incertidumbre que se tiene al respecto. Los ensayos de Moderna, Pfizer y Oxford no se han diseñado para demostrar que la vacuna impida el contagio, lo que se conoce como inmunidad esterilizante. Sí que se han planteado, en cambio, para lograr inyecciones que protejan de los síntomas, objetivo más inmediato y primordial. Sin embargo, es posible que, en la medida en que activan una respuesta inmune, disminuyan también la probabilidad de contagio. Quizás, aunque no se elimine completamente el virus, es posible que sí disminuya la cantidad de virus que esa persona pueda transmitir. Por ello, la investigadora hace hincapié en la necesidad de que se siga trabajando en nuevas generaciones de vacunas que se acerquen a la vacuna perfecta.
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