Decálogo para sanitarios y personal de emergencias ante una crisis suicida. elmundo.es Imagen #DanSun
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Decálogo para sanitarios y personal de emergencias ante una crisis suicida
No tener prisa, recabar información, escuchar y permitir el desahogo...y, sobre todo, ganar tiempo. Una atención profesional adecuada de una persona en riesgo es crucial. Éstas son algunas pautas para realizar una actuación lo más adecuada posible.
Uno de los primeros rostros que ve una persona que planea o ha tratado de quitarse la vida suele ser el de un profesional de emergencias y su intervención es crucial en una situación tan crítica como ésta. Los psicólogos Pedro Martín-Barrajón, psicólogo experto en prevención del suicidio y Elisa Alfaro Ferreres, psicóloga forense, han elaborado para EL MUNDO un decálogo con las principales pautas que sirvan de ayuda a los sanitarios para realizar una actuación lo más adecuada posible.
El objetivo prioritario como primer eslabón de la cadena asistencial no es "quitarle las ideas suicidas", que pueden ser muy razonables, lógicas e impermeables al cuestionamiento. Mucho más objetivo, realista, y sensato es tratar de "aplazar la decisión", anular el intento y ganar tiempo hasta que la persona reciba la atención necesaria.
1. No negarlo o responder a la persona con frases huecas o vacías tipo: "El tiempo lo cura todo", "de todo se sale", "si tienes toda la vida por delante" y no minimizar el riesgo de la persona en peligro bajo el supuesto erróneo de "llamada de atención". Se trata de una petición de ayuda.
2. Para una correcta evaluación del nivel de riesgo debemos conocer cuándo ha decidido hacerlo, dónde, si ha tomado alguna precaución para evitar ser encontrado o interrumpido, el cómo, para conocer la letalidad y accesibilidad del método y por qué ha decidido hacerlo. A mayor número de respuestas afirmativas, mayor es el riesgo.
3. Tanto en la atención telefónica, como en la presencial, no debemos tener prisa por "solucionar la situación", (siempre será la persona en riesgo quien marque el ritmo y el tiempo juega a nuestro favor). Debemos ser cautos con la solicitud de atención de emergencias al 112 para trasladar a la persona al hospital a pesar de tener muchos factores de riesgo y motivos aparentemente legítimos puede que el riesgo no sea inminente y "quemaríamos ese cartucho" de manera prematura. También en este tipo de atención específica, creo fundamental recordar al profesional si la conducta suicida está en curso (la persona ha ingerido alguna sustancia tóxica y/o medicación, o se ha autolesionado), mantenerse al teléfono acompañando a la persona todo el tiempo necesario, hasta la llegada de ayuda para impedir que se quede inconsciente o escale en la letalidad del método y pedirle a la persona que abra la puerta, avise a un vecino o familiar o se baje al portal para facilitar el acceso de la ayuda y no se pierda un tiempo precioso derribando la puerta en una posible patología tiempo-dependiente.
En la atención presencial con alguien en riesgo, por ejemplo, a punto de precipitarse desde gran altura, también es fundamental no tener prisa. La mejor y la estrategia de primera elección es que la persona abandone ese lugar de riesgo por su propio pie. Es importante quitar a los curiosos de su campo visual y hacer colaboradores a los testigos. Empezar interesándonos y ofrecerle maneras de satisfacer necesidades básicas (cansancio, sed, frío) antes de indagar "cuál ha sido la gota que ha colmado el vaso" y le ha llevado a esa situación. La aproximación ha de ser cautelosa y consentida por la persona en riesgo, sin apresurarse, y evitando generar suspicacias en la persona sobre la posibilidad de ser contenido físicamente. Muy importante, para evitar el "rapto suicida": la intervención sólo finaliza con la persona custodiada por profesionales y a salvo en el interior de la ambulancia.
4. Evitar el rol de experto. Resistiendo el impulso de comparar el sufrimiento de la persona en riesgo con el de otra persona o poniendo como ejemplo a otros que "lo han pasado peor" o incluso con periodos difíciles de nuestra propia vida que hemos superado. Este tipo de respuestas son "desautorizaciones" de su sufrimiento. Es mucho más adecuado admitir incluso nuestra propia ignorancia y vulnerabilidad: "Nunca he pasado por una situación tan difícil, así que no puedo ni imaginarme lo difícil que debe ser... Lo siento, no se muy bien cómo ayudarte, pero voy a estar contigo para ayudarte en lo que necesites".
Este tipo de desautorizaciones frecuentes en el ámbito cotidiano pueden haber cercenado su confianza en los demás, y también en la utilidad de compartir su sufrimiento con otros, incluso con los profesionales, y con razón. Puede llegar a expresar: "Nadie me entiende, no sé qué hago aquí, hablar no sirve de nada"; "no le importo a nadie", "pronto se olvidarán de mí", "nadie me quiere", ya no puedo mas, no me cabe mas"... Ante este tipo de expresiones, no serviría de nada responder con frases del estilo: "¿Cómo puedes decir eso?, a mí si me importas", "no, hombre, yo si que te entiendo"...
Mucho más eficaces pueden ser preguntas como: "¿Qué es eso tan importante que te gustaría que los demás entendieran?", "¿quiénes son esas personas que te gustaría que te entendieran?", "¿quién más te gustaría que no te olvidara?".
5. Introducir algún tipo de refuerzo positivo sobre su gestión de la situación. "El hecho de que hayas decidido hablar de ello, a pesar de lo difícil que debe ser, es muy inteligente por tu parte, muchas personas tienen estas ideas a diario. El 80% de aquellos que no lo consiguieron, manifiestan que fue un error". "El suicidio es una solución eterna, para lo que a menudo es solo un problema temporal".
6. Facilitar el desahogo o drenaje emocional es mucho más útil que empezar cuestionándole su propósito. "No sé cómo es sentirse como ahora mismo te sientes tú, pero si me ayudas, quizá pueda entenderte mejor", ¿qué te ha puesto en una situación tan difícil?", "¿cuál ha sido la gota que ha colmado "el vaso?"
No dejar nunca sola a la persona en riesgo hasta que esté en una situación segura en el interior de un vehículo sanitario, custodiado por profesionales, reciba atención sanitaria o la presencia de terceros que impidan el paso al acto. Si la persona en riesgo apela a nuestra confianza y argumenta que le hemos convencido para no hacerlo, que ya no hay peligro, recordad esta premisa: "Entre su confianza y su vida, nos quedamos siempre con su vida".
6. No hacer promesas que no podamos cumplir. "Seguro que se te pasa rápido y pronto ni te acordarás de esto...", "seguro que no te dejan ingresado en el hospital...".
8. Buscar los motivos, razones, personas (con sorprendente frecuencia también mascotas), que son importantes para la persona, y supongan un enganche a la vida o un impedimento para continuar con sus planes. En el intento de rescatar con celeridad a la persona, sin haber escuchado activamente antes sus motivos y sentimientos y bajo la justificación de encontrar sus puntos de anclaje puede caerse en el error de hacer una búsqueda de información indiscriminada a la par que peligrosa. Quizá en ese sondeo a ciegas ("¿qué van a hacer tus hijos sin ti?", ¿qué será de tu mujer?, pero si tienes toda la vida por delante..."), sin querer se este tocando el precipitante del gesto suicida, como pudiera ser un tema de violencia de género, maltrato a menores o el reciente diagnóstico de una enfermedad crónica...
Es mucho más adecuado reprimir intentos de búsqueda de información azarosos y centrarse en identificar sus propios puntos de anclaje. Escuchar y preguntar llevando a cabo una indagación emocional con preguntas del tipo: «¿a quién sientes ahora mismo más cerca de ti?, Cuando dices que nadie te entiende, ¿quiénes son esas personas con las que intentas conectar y no te entienden?".
9. "Sembrar la ambivalencia" respecto a su decisión de suicidarse en lugar de confrontarle directamente: "¿Qué te ha impedido hacerlo hasta ahora?, "¿no crees que quizá haya otra forma de terminar con las burlas/ acoso en el colegio?," "¿crees que ese jefe se merece que te quites la vida por él?", "¿sabes que solo lo consigue una persona de cada 20 que lo intentan, como sabes que lo vas a conseguir así?", "¿sabes que puede ser lento y muy doloroso?", ¿quién te encontrará?", "¿hay alguien en quien al pensar te cueste seguir adelant, o te impida continuar con el intento?", "¿has pensado en las consecuencias de tu suicidio para esa persona en quien al pensar te cuesta seguir adelante? (Se llaman supervivientes porque su nivel de sufrimiento es comparable al de quien sobrevive a un campo de concentración y algunos no consiguen superarlo nunca).
En ocasiones, la persona en riesgo puede tratar de "desembarazarse" del personal sanitario, adoptando un discurso de arrepentimiento y aseverando haber superado la situación de riesgo y estar fuera de peligro. Para conocer si persiste o no la intencionalidad suicida, retomando las enseñanzas del doctor Rocamora Bonilla, quizá la pregunta no sea "¿Ud. por qué quiere suicidarse?", quizá la pregunta apropiada sea: "¿Qué ha cambiado?", "¿qué ha hecho que abandones la idea?", "¿qué te une ahora a la vida?", "¿por qué ya no quieres suicidarte?" Si persiste el riesgo suicida: la persona titubeará, dará razones para vivir débiles o le costará encontrarlas. Invito al lector que no está en riesgo suicida a descubrir cuantas cosas le impiden suicidarse y cómo de rápido se le ocurren, precisamente por eso: porque no está en riesgo.
10: Una de las experiencias que provocan más impotencia y más difíciles como profesionales son aquellas situaciones donde ya no podemos prestar atención sanitaria o de rescate y la intervención se reduce a certificar el fallecimiento, la recogida de cadáveres o la custodia del mismo hasta la llegada del juez.
Por la propia salud mental de mis compañeros de emergencias, quiero trasladar este slogan: "Ni héroes, ni villanos, nosotros sólo aplazamos". No, no somos héroes si la intervención evoluciona favorablemente, somos personal formado y cualificado que ponemos lo mejor en este tipo de intervenciones para anular el intento pero es la persona quien decide darse segunda oportunidad. Tampoco somos villanos si no lo conseguimos. Si finalmente la persona decide poner fin a su vida a pesar de nuestro esfuerzo no es nuestra responsabilidad, siempre podría haber encontrado otro momento para hacerlo, no podemos obligar a nadie a vivir en contra de su voluntad, y en definitiva NO es culpa nuestra. Pero tenemos el deber de aprender todo lo posible para futuras intervenciones.
* Enlaces y material de ayuda complementario: Considero especialmente útil para personal de emergencias (médicos, enfermeros, T.E.S, y personal de centros de coordinadores del 112, policía, bomberos, y también teléfonos de la esperanza o contra el suicidio), esta herramienta que desarrollé junto a una enfermera del SUMA112, Beatriz Alba Carmona, un algoritmo de atención telefónica en crisis suicidas.
* Pedro Martín-Barrajón Morán. Responsable Emergencias y Red Nacional Psicólogos para la prevención del Suicidio en Psicólogos Princesa 81.
Elisa Alfaro Ferreres Psicóloga forense y jurídica. 20 años como profesora en las universidades de Valencia y Jaume I.
https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/salud/2021/09/10/61390bb1fc6c8315048b45fb.html
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