La información de la parte anterior de la lengua va por el nervio facial (VII par craneal); la de la parte posterior y el paladar van por el nervio glosofaríngeo (IX par craneal) y la parte de la faringe va por el nervio vago (X par craneal).
Hipoageusia: disminución de la capacidad de saborear alimentos. Es decir, es una pérdida parcial. Disgeusia: El sentido del gusto está alterado o distorsionado, habitualmente con una percepción de sabor metálico en la boca.
https://www.clinicamarotovellon.com/ageusia-perdida-del-sentido-del-gusto/
Disgeusia, hipogeusia o agusia, podría ser uno de los cientos de miles de seres humanos en el mundo que sufren este tipo de trastornos.
Imagine que en la pasada cena de navidad hubiera sido incapaz de disfrutar con total plenitud el sabor o el olor del pavo relleno, el bacalao a la vizcaína, los maravillosos romeritos, el aromático ponche de frutas o la deliciosa ensalada de manzana con crema y pasas, por mencionar solamente algunas de las delicias que se comparten en la cena de nochebuena.
Más de 200 mil personas en todo el mundo acuden anualmente a consulta médica buscando solucionar algún trastorno del gusto o el olfato, lo que si bien es cierto no disminuirá su expectativa de vida, si demerita la calidad de la misma.
Sin embargo, y a pesar del impacto negativo que estos trastornos provocan, los especialistas estiman que alrededor de un 15% de adultos con esta condición, no buscan consejo profesional.
“El sentido del gusto se inicia con unas pequeñas moléculas liberadas al masticar, beber o digerir los alimentos, capaces de estimular unas células sensoriales especializadas denominadas células gustativas. Las células gustativas se encuentran agrupadas dentro de las papilas gustativas de la lengua, el techo de la boca y a lo largo del revestimiento de la garganta. Las células gustativas tienen receptores que responden al menos a una de las cinco cualidades básicas del gusto: dulce, agrio o ácido, amargo, salado y umami. Una vez percibido el sabor, las células gustativas transmiten mensajes al cerebro a través de tres nervios especializados del gusto que identifican los gustos específicos”.
Entre los diferentes Trastornos del Gusto, el más frecuente es la “disgeusia”, o percepción fantasma del gusto, la que provoca la sensación de tener en la boca un mal sabor persistente, a pesar de no tener nada en ella. Hay otro, llamado “hipogeusia”, el que ocasiona una disminución en la capacidad para distinguir los diferentes sabores, y “agusia”, la incapacidad para detectar cualquier sabor. En este punto, hay que anotar que la pérdida del olfato es más frecuente que la del gusto.
¿Qué ocasiona los trastornos del gusto?
Si el problema no es una condición de nacimiento, lo más probable que las personas hayan desarrollado esta condición por alguno de los siguientes motivos:
Infecciones respiratorias y del oído medio,
radioterapia para el cáncer de cabeza o cuello,
exposición a ciertos productos químicos como insecticidas, y la toma de algunos medicamentos,
lesiones en la cabeza,
algunas cirugías del oído, la nariz y la garganta o la extracción del tercer molar, (o muela del juicio) y,
mala higiene bucal y problemas dentales.
¿Cómo se diagnostican este tipo de trastornos?
Para diagnosticar la existencia y alcance de los trastornos del gusto, es necesario acudir a la consulta de un médico otorrinolaringólogo, el que través de una prueba denominada “gustometría”, determinará la mínima concentración de alguna sustancia sápida (con sabor) que su paciente puede reconocer. Adicionalmente, el especialista puede solicitar a la persona comparar los sabores percibidos de diversas sustancias, o verificar el aumento de la intensidad de un sabor, cuando se incrementa la concentración de alguna de ellas.
Los científicos han desarrollado diversas pruebas gustativas en las que los pacientes responden a diferentes concentraciones químicas, y pueden consistir en una simple degustación o en la aplicación directa en algunas zonas de la lengua, de agentes químicos específicos.
¿Se pueden curar los trastornos del gusto?
Si el problema es de nacimiento no es posible remediarlo, pero si el otorrinolaringólogo determina que la causa se origina por algún factor externo modificable, como podría ser la toma de un medicamento, por ejemplo, el trastorno puede eliminarse, o al menos disminuirse, al dejar de tomar el fármaco o sustituirlo.
Las personas que han perdido el sentido del gusto o el olfato debido a infecciones o alergias respiratorias, potencialmente los recuperarán una vez resuelta la afección, o recuperarlos de manera espontánea e inexplicable.
Hay que considerar que en aquellos casos en los que no se pueden corregir los trastornos del gusto, la psicoterapia puede ayudar a sobrellevar esta situación.
¿Qué hacer si se ha perdido parcial o totalmente el sentido del gusto?
Aquí encontrarán algunas ideas para mejorar la experiencia gastronómica de quienes se ven afectados por trastornos del gusto o el olfato.
Preparar los alimentos con una variedad de colores y texturas.
Usar hierbas aromáticas y especias picantes para agregar más sabor, evitando incrementar la cantidad de azúcar o sal.
Agregar pequeñas cantidades de queso, trocitos de tocino, mantequilla, aceite de oliva o nueces tostadas sobre los vegetales.
Evitar platos combinados como guisos o “cazuelas”, los que pueden esconder sabores individuales y diluir los sabores.
¿De verdad se #pierde el #gusto?
En realidad el 80% del #sabor se distingue a través del #olfato. Las papilas gustativas solo detectan si algo es #dulce, #salado, #amargo, #ácido y #umami.
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#Ageusia #Hipogeusia #Disgeusia
Las papilas gustativas son unos pequeños órganos sensoriales ubicados en la superficie de la lengua.
Cada una de ellas está formada por células receptoras denominadas botones gustativos, que son los que nos permiten captar los sabores.
Sin embargo, las papilas gustativas no son las únicas responsables de esta percepción: el olfato juega un papel muy relevante en el proceso.
Cuando masticamos algún alimento, se liberan una serie de sustancias químicas que se transmiten a los receptores olfativos presentes en la nariz.
Es esta acción conjunta de las papilas y los receptores la que nos permite discernir el sabor de los alimentos.
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