La dolorosa carta de una joven que despide a su madre con Covid-19
La carta de una mujer española que se sacó una foto junto a su madre moribunda por Covid-19 para que la gente reflexione sobre mantener los cuidados preventivos
Covid-19: Para los que no respetan el distanciamiento físico hacia los los envejecientes ahi les dejo;
El dolor nos marca, pero a su vez nos deja enseñanzas y la sabiduría reside en aprender esto. Cuando comenzó la pandemia mundial del coronavirus, veíamos el sufrimiento de los países que ya padecían este flagelo, especialmente en Europa, y no supimos aprender la lección que dejó el no acatamiento de las medidas preventivas. Hoy descendimos el nivel de contagios, pero en el Viejo Continente ya está siendo castigada por una segunda ola de contagios del Covid-19. Hoy podemos ver el cuadro más triste, el de una española despidiendo a su madre moribunda, quien en épocas de festejos por Navidad y Año Nuevo llama a tomar a conciencia de seguir cumpliendo con el distanciamiento y el uso del tapabocas.
El diario español ABC subió este viernes vía Instagram la publicación del relato desgarrador de una española despidiendo a su madre que fallecería un rato después, afectada de coronavirus, y donde explica cómo un leve descuido desató toda la tragedia familiar que le costó la vida a su progenitora.
by @abc_diario
«Hola, soy Marta, la chica de la foto, pero no, no soy enfermera ni estoy atendiendo a un paciente. Soy una hija despidiéndose de su madre dos horas antes de morir.
Hemos sido una familia extremadamente responsable desde el inicio de la pandemia. Mis padres estaban aislados en una casa en el campo para evitar riesgos. Mi hermano les bajaba la compra que dejaban en cuarentena y posteriormente desinfectaban. Ninguno de los hijos y los nietos los visitabamos. En cierto modo estábamos tranquilos. Pero un fatídico día todo cambió. Tuvieron la desgracia de recibir una visita de un matrimonio, amigos de toda la vida, una visita imprudente, inoportuna, insensata e irresponsable porque con ellos también llegó el virus. En solo un día mi madre enfermó gravemente. A pesar de haber estado luchando y aferrándose a la vida durante 45 días en la UCI y del gran esfuerzo y dedicación del personal sanitario del que solo tengo palabras de agradecimiento, finalmente el virus ganó la batalla.
A la angustia de la enfermedad se unió el no poder acompañar y consolar a mi madre. Las llamadas diarias desde la UCI, normalmente por la noche, eran demoledoras, nos desgarraban y nos hacían temblar sin control.
Sin embargo y pese a todo esto, puedo sentirme «afortunada» porque me permitieron despedirme de ella. Le cogí la mano con fuerza pero con ternura, escuchó uno a uno los audios de cada uno de sus nietos e hijos, le transmití todo el amor de su familia, le recé y finalmente solté su mano sabiendo que nunca más la volvería a ver, a abrazar, que nunca más sentiría sus abrazos infinitos.
Se perdió su sonrisa para siempre. Ella era todo amor, todo bondad y no solo para los suyos. Lo derrochaba allí donde hacía falta. Ha dejado una huella profunda y un vacío irremplazable.
Cuento todo esto para transmitir el deseo de mi madre de ayudar a los demás y que esta dramática experiencia sirva para salvar alguna vida. En estas fechas en las que nos reunimos con familiares, seamos conscientes de la dura realidad. El impulso de querer ver a un ser querido se puede traducir en un adiós para siempre.
Está en tus manos que esta Navidad no sea la última»
Foto/ Texto: Ideal/ Marta Justicia
La carta
"Hola, soy Marta, la chica de la foto, pero no, no soy enfermera ni estoy atendiendo a un paciente. Soy una hija despidiéndose de su madre dos horas antes de morir. Hemos sido una familia extremadamente responsable desde el inicio de la pandemia. Mis padres estaban aislados en una casa en el campo para evitar riesgos. Mi hermano les bajaba la compra que dejaban en cuarentena y posteriormente desinfectaban. Ninguno de los hijos y los nietos los visitábamos. En cierto modo estábamos tranquilos. Pero un fatídico día todo cambió. Tuvieron la desgracia de recibir una visita de un matrimonio, amigos de toda la vida, una visita imprudente, inoportuna, insensata e irresponsable porque con ellos también llegó el virus. En solo un día mi madre enfermó gravemente. A pesar de haber estado luchando y aferrándose a la vida durante 45 días en la UCI y del gran esfuerzo y dedicación del personal sanitario del que solo tengo palabras de agradecimiento, finalmente el virus ganó la batalla. A la angustia de la enfermedad se unió el no poder acompañar y consolar a mi madre. Las llamadas diarias desde la UCI, normalmente por la noche, eran demoledoras, nos desgarraban y nos hacían temblar sin control. Sin embargo y pese a todo esto, puedo sentirme «afortunada» porque me permitieron despedirme de ella. Le cogí la mano con fuerza pero con ternura, escuchó uno a uno los audios de cada uno de sus nietos e hijos, le transmití todo el amor de su familia, le recé y finalmente solté su mano sabiendo que nunca más la volvería a ver, a abrazar, que nunca más sentiría sus abrazos infinitos. Se perdió su sonrisa para siempre. Ella era todo amor, todo bondad y no solo para los suyos. Lo derrochaba allí donde hacía falta. Ha dejado una huella profunda y un vacío irremplazable. Cuento todo esto para transmitir el deseo de mi madre de ayudar a los demás y que esta dramática experiencia sirva para salvar alguna vida. En estas fechas en las que nos reunimos con familiares, seamos conscientes de la dura realidad. El impulso de querer ver a un ser querido se puede traducir en un adiós para siempre. Está en tus manos que esta Navidad no sea la última", concluye la desgarradora misiva de la española. Así concluye esta historia triste, pero que contiene mucho de enseñanza, dura, o moraleja, y que hacer que la historia de muchos argentinos aún sea de final abierto, dependiendo de cómo elijan actuar de aquí en adelante.
Fuente
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