Datos y cifras
- La tungiasis es una enfermedad causada por la penetración de pulgas de arena hembras adultas en la piel, principalmente en la de los pies.
- La tungiasis se conoce comúnmente como pulga de areia, niguá, pique, bicho do pé, bichodo porco o jatecuba, jigger, pulga de arena o chigoe.
- Provoca un inmenso dolor y picor, dificultad para caminar, dormir y concentrarse en la escuela o el trabajo.
- La tungiasis puede ir asociada a abscesos causados por infecciones bacterianas secundarias.
- Se da en poblaciones marginadas y con pocos recursos de las regiones tropicales del Caribe, Sudamérica y África Subsahariana.
- Tanto los animales como los humanos son susceptibles de contraer la infección.
Panorama general
La tungiasis es una enfermedad causada por la hembra adulta de la pulga de arena, Tunga penetrans. Las larvas y pupas se desarrollan en suelos secos y umbríos, especialmente en el interior de los dormitorios de las casas con suelos de tierra sin sellar, que es donde se producen la mayoría de las transmisiones. La pulga incrustada causa inflamación, dolor y picor, dificultad para caminar, dormir y concentrarse en la escuela o el trabajo. La tungiasis es una zoonosis que afecta tanto a humanos como a animales.
El único producto que ha demostrado un alto grado de eficacia y seguridad para el tratamiento es NYDA®, una combinación de aceites de dimeticona. Para controlar la enfermedad es necesario adoptar un enfoque de «Una sola salud», basado en el tratamiento de los pacientes y el sellado o el rociado los suelos con insecticida, el lavado diario de los pies con jabón y el tratamiento de los animales infectados que posean las familias afectadas.
Magnitud del problema
T. penetrans se encuentra en regiones tropicales y subtropicales del Caribe, Sudamérica y el África Subsahariana. Más de 1000 millones de personas viven en zonas propicias para la transmisión de la tungiasis, a pesar de lo cual ningún país lleva a cabo una vigilancia sistemática de la enfermedad, por lo que se desconoce la carga real que supone. No obstante, encuestas realizadas en comunidades donde la enfermedad es endémica han indicado que la prevalencia oscila entre el 7% y el 63%, lo que significa que la distribución es heterogénea.
Grupos de riesgo
Las personas mayores y los menores de edades comprendidas entre 5 y 14 años, sobre todo los varones, son los que corren mayor riesgo. Las personas con discapacidad también son muy vulnerables a la infección.
La tungiasis prospera en lugares donde las condiciones de vida son precarias, como pueblos situados en playas remotas, comunidades del interior rural y barrios marginales de las grandes ciudades. En estos entornos, los más pobres entre los pobres soportan la mayor carga de la enfermedad.
Signos y síntomas
La tungiasis se diagnostica mediante inspección visual; las pulgas vivas se presentan como un disco blanquecino de tamaño variable, con un punto oscuro en el centro que se va oscureciendo con el tiempo hasta que se produce la muerte y queda completamente negro. En las regiones donde la enfermedad es endémica, las personas infectadas –incluidos los niños– suelen saber si tienen tungiasis. La mayoría de las personas infectadas intentan extraer las pulgas, lo que deja una lesión circular típica, a menudo con los restos ennegrecidos de la pulga muerta. Esto es un claro indicio de infección reciente.
La morbilidad aguda y crónica de la tungiasis es producto de la reacción inflamatoria que aparece alrededor de las pulgas enquistadas en la dermis, exacerbada por la sobreinfección bacteriana. Durante la fase aguda, el eritema, el edema, la descamación, el dolor y el picor son constantes. El prurito induce a rascarse, lo que a su vez facilita la sobreinfección bacteriana. También son comunes los abscesos, a veces de gran tamaño.
Aunque los pies son el lugar de infestación más habitual, esta puede ocurrir en cualquier parte del cuerpo. También se han notificado lesiones ampollares. Las complicaciones crónicas pueden ser fisuras, úlceras, linfangitis, linfedema, neuritis ascendente, deformación, pérdida de uñas y necrosis de tejidos, que pueden ocasionar dolor, incapacidad, deformidad y mutilación de los pies, así como una forma característica de caminar.
Transmisión
El principal lugar de transmisión es el interior de los dormitorios de las casas con suelo de tierra sin sellar, donde caen los huevos y posteriormente se desarrollan las larvas y las pupas. La hembra adulta de la pulga de arena penetra en la piel y aumenta 2000 veces de tamaño a medida que se desarrollan los huevos. La pulga hembra suele vivir entre 4 y 6 semanas, durante las cuales los huevos son expulsados y caen al suelo. Las zonas más comunes donde se produce la infección son los dedos, la planta del pie, el borde lateral del pie y el talón; el 99% de las lesiones se producen en los pies.
En algunas zonas, se ha descubierto que varias especies de mamíferos actúan como reservorios para la infección humana. En las zonas rurales, predominan los cerdos y los bóvidos; en las comunidades urbanas con pocos recursos, se encuentran en perros, gatos y ratas. En algunas zonas, la infección puede transmitirse sin un reservorio animal cuando la piel entra en contacto con tierra o suelos donde se han desarrollado pulgas de arena adultas.
Impacto
La pulga incrustada induce una inflamación que va asociada a un inmenso dolor y picor, y que puede perturbar el sueño y la concentración en la escuela o el trabajo. Los pacientes con un gran número de pulgas incrustadas tienen dificultad para caminar, a menudo acompañada de pérdida de uñas y desfiguraciones y mutilaciones de los pies. Las personas con tungiasis sufren estigmatización y exclusión social y tienen una baja calidad de vida. Los niños con tungiasis presentan deterioro cognitivo y peores resultados escolares. El deterioro de la condición física de los miembros adultos de la familia puede repercutir negativamente en la economía familiar. La sobreinfección bacteriana puede causar complicaciones potencialmente mortales, como septicemia, tétanos o gangrena.
Tratamiento
En las zonas donde la enfermedad es endémica, es habitual la extracción mecánica de las pulgas de arena alojadas bajo la piel, ya sea por el propio paciente o por la persona que le atiende, como acto de desesperación. Los parásitos enquistados se extraen sin asepsia con objetos como palos, horquillas para el pelo, espinas, imperdibles, agujas de coser o tijeras. Se trata de un método doloroso y traumático para los niños. La extracción de las pulgas puede causar inflamación local si el parásito se rompe; además, en la herida pueden entran bacterias patógenas y causar una sobreinfección. A menudo se emplea el mismo objeto para extraer el parásito a varias personas, con el consiguiente riesgo de transmisión de otros patógenos como el virus de la hepatitis B, el virus de la hepatitis C o el VIH.
La extracción mecánica sólo debe realizarse con instrumental quirúrgico, por personal de enfermería experimentado y en condiciones estériles. Tras la extracción de las pulgas de arena, se debe vendar la herida adecuadamente, comprobar si el paciente está al día de la vacunación antitetánica y administrar una dosis de recuerdo si es necesario.
El tratamiento tópico con una fórmula de dos aceites de dimeticona con baja viscosidad (NYDA)® es altamente eficaz y seguro.
Prevención y control
El principal factor de riesgo de la tungiasis es la pobreza extrema, que induce comportamientos que exponen a las personas al riesgo de infección. Esto incluye vivir en una casa con suelo de tierra sin sellar, no lavarse los pies con regularidad y no utilizar jabón al lavarse. En algunas comunidades, la infección también está relacionada con la tenencia de perros o cerdos.
En consecuencia, solo puede lograrse una reducción duradera de la incidencia de la tungiasis y de la morbilidad asociada mediante un enfoque de «Una sola salud», que integre cambios de comportamiento para aumentar el uso del jabón en el lavado diario de los pies, sellar o rociar los suelos con insecticida, tratar los reservorios animales en caso de que estén infectados y tratar los casos humanos.
La aplicación regular de un repelente a base de aceite de coco evita eficazmente que las pulgas penetren en la piel. Cuando el repelente se aplica dos veces al día en los pies, la morbilidad asociada a la tungiasis disminuye con rapidez y prácticamente desaparece en un periodo de 8 a 10 semanas. Incluso si la aplicación es intermitente, la reducción de la morbilidad es significativa.
Desafíos
El principal desafío es la falta de financiación y dedicación a la enfermedad por parte de los gobiernos y los organismos de financiación. Como consecuencia de ello, ningún país conoce la carga que representa la enfermedad ni tampoco su distribución. El tratamiento altamente eficaz con dimeticona no está disponible en los países donde la enfermedad es endémica, y no se han realizado suficientes estudios sobre alternativas seguras y eficaces ni ensayos de intervención para identificar intervenciones preventivas eficaces.
Respuesta de la OMS
En mayo de 2013, la 66.ª Asamblea Mundial de la Salud decidió intensificar e integrar las medidas de lucha contra las enfermedades tropicales desatendidas, como la tungiasis, y planificar inversiones para mejorar la salud y el bienestar social de las poblaciones afectadas. La Organización colabora con los Estados Miembros y sus asociados para garantizar la aplicación de la resolución WHA66.12. En 2022, la OMS publicó el marco de las enfermedades tropicales desatendidas relacionadas con la piel (en inglés), con el fin de promover la integración de las distintas enfermedades de la piel. La tungiasis está contemplada tanto en este documento como en la hoja de ruta sobre enfermedades tropicales desatendidas, que persigue aumentar la vigilancia y la visibilidad de la enfermedad.
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