Las mulas y caballos como héroes silenciosos de la evacuación médica militar
La fotografía en blanco y negro, probablemente tomada durante la primera mitad del siglo XX en un contexto bélico, documenta un método de evacuación que, aunque rudimentario, fue decisivo para salvar vidas en escenarios donde la tecnología no podía llegar. En la imagen se observa a un soldado, vestido con uniforme de campaña y casco tipo tropical, conduciendo a un caballo blanco que porta a un herido en una camilla lateral especialmente adaptada. El paciente, inmovilizado y cubierto con mantas, está sujeto con correas para evitar desplazamientos durante el trayecto, mientras la estructura metálica que sostiene la camilla mantiene una inclinación y suspensión diseñada para amortiguar los movimientos del animal y reducir el dolor o riesgo de lesiones adicionales.
Este sistema de evacuación ecuestre no era improvisado al azar: existían diseños militares estandarizados para camillas de transporte animal, especialmente utilizados en zonas montañosas, boscosas o de difícil acceso, donde ni ambulancias ni camiones podían circular. Este tipo de evacuación se implementó de forma notable en campañas en Italia, Grecia, el norte de África, los Balcanes y zonas del Pacífico durante conflictos como la Primera y Segunda Guerra Mundial.
Importancia histórica y táctica
Los caballos y mulas no solo fueron instrumentos de transporte de carga y artillería, sino verdaderas piezas de la cadena sanitaria militar. Durante siglos, formaron parte de lo que en medicina de combate se conoce como “evacuación táctica de heridos”, etapa crítica para trasladar a los combatientes desde el punto de lesión hasta un área donde pudieran recibir tratamiento quirúrgico o de estabilización.
En el contexto militar, la diferencia entre vivir o morir podía depender de la velocidad con la que un herido grave fuese movido a un puesto de socorro. En entornos donde la artillería, el clima extremo o el terreno impedían el uso de vehículos motorizados, las mulas y caballos asumían la función de ambulancias vivas.
Resistencia y fisiología adaptada
Las mulas poseen una combinación única de características heredadas de sus progenitores:
- Del burro: resistencia extrema, capacidad de soportar altas temperaturas, eficiencia en el uso de energía y paso seguro incluso en suelos inestables.
- De la yegua: mayor tamaño, fuerza muscular y temperamento más dócil para el trabajo prolongado.
Estas cualidades les permitían transportar cargas de entre 90 y 150 kg durante jornadas de más de 8 horas, manteniendo un paso constante en terrenos donde incluso los vehículos todoterreno podían fallar.
Los caballos, aunque menos resistentes al calor que las mulas, aportaban mayor velocidad y capacidad de respuesta en situaciones urgentes, lo que los hacía valiosos en operaciones de extracción rápida.
Símbolo de resiliencia y humanitarismo
En el plano simbólico, las mulas y caballos que participaron en evacuaciones sanitarias representan una forma silenciosa de heroísmo. Ellos no disparaban armas, pero transportaban vida. Su paso firme entre el barro, las piedras o la nieve era, para muchos heridos, la frontera entre la muerte y la posibilidad de volver a casa.
Estos animales, entrenados para mantener la calma bajo fuego enemigo o ante explosiones, mostraban un temple que a menudo superaba al de los soldados novatos. El vínculo entre sanitario, animal y herido generaba una relación de confianza y cooperación única en medio del caos bélico.
Legado y reconocimiento
A pesar de su papel fundamental, pocas veces se ha reconocido de forma oficial la contribución de estos animales a la historia de la medicina de guerra. En la actualidad, algunas fuerzas armadas y organizaciones de rescate en zonas montañosas siguen utilizando mulas y caballos para transporte de suministros y evacuaciones, especialmente en lugares donde la geografía continúa imponiendo sus propias reglas.
Recordar a estos animales es también recordar que la logística médica no se limita a la tecnología, sino que depende de recursos adaptados al terreno, la misión y las circunstancias. Las mulas y caballos son, en este sentido, símbolos de resiliencia, adaptabilidad y servicio desinteresado.
Su memoria nos recuerda que el heroísmo no siempre se encuentra en la figura del soldado que carga un fusil, sino también en el paso paciente y constante de un animal que, sin entender del todo la guerra, supo llevar sobre su lomo la esperanza de la supervivencia.


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