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Cabras montesas o salvajes del mundo

Diversidad, biología y conservación del género Capra

Lámina e ilustraciones de Toni Llobet – Natura Il·lustrada

El género Capra, dentro de la familia Bovidae y la subfamilia Caprinae, agrupa a las cabras montesas o cabras salvajes, un conjunto de ungulados de montaña ampliamente distribuidos en Eurasia y el norte de África. Adaptadas a hábitats abruptos, escarpados y climáticamente extremos, estas especies muestran una notable diversidad morfológica y ecológica. Sus cuernos, de crecimiento continuo y dimorfismo sexual marcado, son uno de los caracteres más distintivos y de mayor interés tanto zoológico como cultural.

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1. Diversidad del género Capra

La ilustración de Toni Llobet recoge de manera precisa varias de las especies y subespecies más representativas:

• Markhor (Capra falconeri)
  Considerada la cabra nacional de Pakistán, se distingue por sus cuernos en espiral. Habita en las regiones montañosas de Pakistán, Afganistán, Tayikistán e India. Actualmente está amenazada, aunque programas de conservación comunitarios han logrado recuperar algunas poblaciones.

• Cabra salvaje (Capra aegagrus)
  Antecesora de la cabra doméstica (Capra aegagrus hircus), se distribuye en Oriente Medio y Asia Central. Presenta cornamentas arqueadas hacia atrás y pelaje pardo.

• Cabra montés ibérica (Capra pyrenaica)
  Endémica de la península ibérica, con varias subespecies históricas (algunas extintas, como la de los Pirineos). Hoy sobreviven la subespecie hispánica (sur y este de España) y la victoriae (Sistema Central).

• Íbice núbico (Capra nubiana)
  Adaptado a zonas áridas de Egipto, Sudán, Arabia y Oriente Medio. Presenta cuernos largos y delgados, curvados hacia atrás, y es un excelente trepador en paredes rocosas desérticas.

• Íbice de Walia (Capra walie)
  Especie endémica de Etiopía, restringida a las montañas Simien. Considerada en peligro de extinción, es símbolo de la fauna africana montañesa.

• Íbice alpino (Capra ibex)
  Habita en los Alpes europeos. Fue intensamente cazado en el pasado, pero gracias a proyectos de reintroducción y protección hoy es relativamente abundante. Sus cuernos son gruesos, curvados hacia atrás y marcados con nudos anulares.

• Íbice siberiano (Capra sibirica)
  Amplia distribución en Asia Central, Mongolia y Siberia. Gran talla corporal, cornamenta arqueada y robusta, adaptado a climas extremos.

• Tur del Cáucaso occidental (Capra caucasica) y Tur del Daguestán (Capra cylindricornis)
  Endémicos de la cordillera del Cáucaso, presentan cornamentas potentes y se diferencian por la forma más cilíndrica (daguestanés) o más abierta (caucásico occidental).

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2. Adaptaciones morfológicas y ecológicas

Las cabras montesas comparten adaptaciones notables:

• Cascos especializados, con bordes agudos y almohadillas rugosas, que les permiten trepar en superficies rocosas casi verticales.
• Pelaje estacional, que varía de denso y largo en invierno a corto en verano, respondiendo a climas extremos.
• Dimorfismo sexual, con machos más grandes, cornamentas más desarrolladas y, en muchos casos, barbas prominentes.
• Estrategias sociales, desde grupos pequeños en hembras y crías hasta agregaciones estacionales de machos durante la época de celo.

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3. Estado de conservación

La presión cinegética, la fragmentación de hábitat y la competencia con el ganado doméstico han afectado históricamente a muchas poblaciones. Varias especies, como el íbice de Walia o algunas subespecies de la cabra montés ibérica, están en peligro de extinción. Sin embargo, programas de conservación y reservas de caza sostenible han favorecido la recuperación de especies como el markhor y el íbice alpino.

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4. Importancia cultural y ecológica

• A nivel ecológico, las cabras montesas son herbívoros clave, reguladores de la vegetación en ambientes de alta montaña.
• Culturalmente, han sido símbolos de fuerza, resistencia y espiritualidad en civilizaciones de Asia, Europa y África. Sus cuernos son protagonistas de mitos, rituales y trofeos cinegéticos.
• Genéticamente, la cabra salvaje (Capra aegagrus) es el ancestro de la cabra doméstica, una de las primeras especies domesticadas por el ser humano, fundamental en el Neolítico para leche, carne y pieles.

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Conclusión

El género Capra representa una de las radiaciones adaptativas más notables entre los ungulados de montaña. Sus especies, desde el emblemático markhor hasta el íbice ibérico, muestran la riqueza evolutiva y cultural que las cabras salvajes han aportado al ser humano y al equilibrio de los ecosistemas.

La lámina de Toni Llobet, con su rigor ilustrativo, no solo resume la diversidad de estas especies, sino que nos recuerda la urgencia de conservarlas. En pleno 2025, garantizar la supervivencia de estas joyas de la fauna montañesa es un reto compartido entre ciencia, gestión ambiental y sociedad.

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