La Cruz de la Victoria es una joya del prerrománico asturiano, guardada en la Cámara Santa de la Catedral de San Salvador de Oviedo y convertida en símbolo de Asturias.
Se trata de una cruz latina con alma de madera de roble recubierta de oro y piedras preciosas. Tiene los brazos ensanchados en sus extremos y un pequeño relicario en su centro de unión.
Fue hecha por orfebres procedentes del reino franco durante el reinado de Alfonso III, quien ordenó su elaboración a principios del siglo X como donación a la Catedral de San Salvador de Oviedo, como se indica en el reverso de la cruz, junto con la inscripción en latín HOC SIGNO TVETVR PIVS. HOC SIGNO VINCITVR INMICVS (Con este signo el piadoso es protegido. Con este signo el enemigo es vencido).
El alfa y el omega son la primera y última letras del alfabeto griego y simbolizan el principio y el fin.
Según cuenta la leyenda es la cruz que llevó Don Pelayo en la batalla de Covadonga. Y fue ella la que cohesionó a los astures, bajo un ideal más religioso que político, para que se diera una unidad sociocultural y facilitara la gobernabilidad.
Y pasó de Rey Asturias a Rey de Asturias, en su forma original de madera de roble. Era el símbolo Real y Divino, de unión del Reino y legitimación de cada monarca asturiano.
Como consecuencia de su deterioro, La Cruz de la Victoria de Covadonga fue mandada engalanar por Alfonso III y entregada para su custodia al Dean de la Catedral del Salvador en Oviedo, debido al traslado de la capitalidad del Reino a León.
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